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¿Que garantiza la sucesión de los Apóstoles en la Iglesia? Si Cristo es verdadero, y sabemos que lo es, siempre (en todo día, año y tiempo) su Iglesia tiene y tendrá en sus obispos auténticos sucesores …More
¿Que garantiza la sucesión de los Apóstoles en la Iglesia?
Si Cristo es verdadero, y sabemos que lo es, siempre (en todo día, año y tiempo) su Iglesia tiene y tendrá en sus obispos auténticos sucesores de los apóstoles, que jamás caerán en error o apostasía, porque Jesús prometió a sus discípulos y a sus sucesores, estar presente en la medio de la Iglesia hasta el fin asistirlo: " Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado; Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mateo 28,18-20). "Cada uno de los obispos, por su parte, es el principio y fundamento visible de unidad en sus Iglesias particulares" (LG 23). Como tales ejercen "su gobierno pastoral sobre la porción del Pueblo de Dios que le ha sido confiada" (LG 23), asistidos por los presbíteros y los diáconos. Pero, como miembros del colegio episcopal, cada uno de ellos participa …More
Mensajero Mariano
¿Necesitamos del Papa y el Magisterio de la Iglesia?
Por supuesto que si, no podemos ser tan soberbios, para despreciar la dirección y guía que Dios a dispuesto para toda su Iglesia. Jesucristo dejo su autoridad delegada, no en Palabras escritas en paginas, sino en Personas marcadas por su testimonio, para regir su pueblo con justicia, en santidad y comunión de amor. Debemos obedecer la Palabra …More
¿Necesitamos del Papa y el Magisterio de la Iglesia?

Por supuesto que si, no podemos ser tan soberbios, para despreciar la dirección y guía que Dios a dispuesto para toda su Iglesia. Jesucristo dejo su autoridad delegada, no en Palabras escritas en paginas, sino en Personas marcadas por su testimonio, para regir su pueblo con justicia, en santidad y comunión de amor. Debemos obedecer la Palabra de Dios que nos aclara: “Y así los puso Dios en la Iglesia, primeramente como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar como maestros; luego, los milagros; luego, el don de las curaciones, de asistencia, degobierno, diversidad de lenguas” (I Corintios 12,28). “Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad” (I Corintios 12,11).

72. ¿Para qué necesitas tú al Papa?

La primera comunidad de Apóstoles, que Jesús formó, lo necesitó, y sí Cristo lo considero necesario y útil, para sus primeros discípulos, los Santos Apóstoles, cuanto más nosotros pobres pecadores, lo necesitaremos. No debemos pecar considerarnos auto suficientes, sino que debemos ser humilde, buscar y recurrir a todas las ayudas que Dios nos mando, para el correcto seguimiento de Cristo y su Palabra; “Para el recto ordenamiento de los santos en orden a las funciones del ministerio, para edificación del Cuerpo de Cristo”. (Efesios 4,12). El Papa confirma la verdad, del Evangelio, y la correcta interpretación de la Biblia, para los tiempos que vivimos, pues él actúa el Nombre del Señor, cumpliendo la misión que Jesús le encomendó a Pedro y sus sucesores de apacentar sus ovejas, hasta la consumación de los tiempos (cf Mateo 16,18-19).

73. ¿Quién Recopiló los Libros de la Biblia?

La misión Papal, de confirmar en la verdad, a los seguidores auténticos de Cristo, se ha llevado a cabo continuamente, desde que Cristo ascendió a los cielos, hasta nuestros días, por ejemplo, aproximadamente 397 años después de Cristo, todos los Obispos del mundo se reunieron, a la Luz del Espíritu de Dios, para discernir cuales de los escritos y cartas apostólicas, que estaban dispersas entre las distintas comunidades Cristianas originarias, formarían parte del Libro Santo, y cuales libros de las escrituras del pueblo de Israel debían considerarse parte de las Sagradas Escrituras, y los Obispos ratificaron los libros del Antiguo Testamento, algunos de los cuales actualmente no son aceptados por las sectas protestantes, mientras que consideraron necesario someter los del nuevo a la infabilidad Papal, y el Papa de entonces, canonizó los libros y cartas tal como actualmente están en el Nuevo Testamento, ejerciendo la autoridad que Dios le delegó, descartando aquellos escrito que no consideró que fuesen Palabra de Dios, es curiosos, que las sectas si aceptan todos los Libros del Nuevo Testamento, tal como por un decreto Papal fueron Canonizados, y tengan dudas de los que fueron declarado Libros Santos, por el concilio de Obispos. La Iglesia existió antes que la Biblia, y la Iglesia reunió las Sagradas Escrituras y las Canonizó. (Canonizar significa declarar Santo).

Fue solamente en el año 393 d.C. que los obispos se unieron con los sacerdotes y laicos para discernir cuáles libros son inspirados, o también "canónicos". La Iglesia tenía el poder de hacer eso porque Jesús le dio el poder de atar y desatar (cf Mt 18, 18) y prometió enviar al Espíritu Santo para la plenitud de la verdad (Jn 14, 26).

En el siglo XV Martín Lutero (inspirador de la gran apostasía) pensó que los primeros cristianos usaban el "canon judío de Palestina" (los libros escritos en hebreo), 39 libros. Pero en realidad los 46 libros del "canon Alejandrino" o "traducción de los Sesenta" (la traducción al griego de los libros hebreos, pues el griego era el idioma internacional de este tiempo) era aceptado por la gran mayoría de los judíos dispersos por todo el mundo (la "diáspora"). Alejandría era el más grande e importante centro judío en el mundo de habla griega.

Alrededor de los años 90-100 d.C. algunos líderes judíos se reunieron para tratar el tema del canon (conocido como el canon de Palestina) quitando los siete libros, su objetivo era regresar al canon hebreo, y distinguirse así de los cristianos. Con la excusa que lo que no fue escrito en hebreo no era inspirado (aunque Eclesiástico y 1 de Macabeos estaban originalmente escritos en hebreo y Arameo. Sin embargo, la discusión entre ellos siguió por muchos años, y sus decisiones no fueron universalmente reconocidas. Había mucho desacuerdo entre los diferentes grupos y sectas judís. Los saduceos solamente confiaban en el Torá, los fariseos no podían decidir sobre Ester, Cantares y Eclesiastés. Solamente en el segundo siglo d.C. los fariseos decidieron 39 libros. El apóstol Pablo, que viajó por todo el mundo de hablar griego, utilizaba la versión de los LXX. Cuando a san Jerónimo se le pidió que tradujera la Biblia en latín (en 382 d.C.) optó por seguir la decisión de los judíos y rechazó los siete libros, llamándolos "apócrifos". Esta decisión de Jerónimo fue rechazada por los concilios ya mencionados, y Jerónimo aceptó la decisión de los concilios.

Al fin y al cabo, los judíos expulsaron a los cristianos de la sinagoga y no les dejaron participar en la decisión sobre el canon. Hoyen día muchos se basan en las decisiones judías sobre el canon. Ahora bien, esos mismos judíos habían ya decidido rechazar a Jesús como Mesías: ¿por qué dar a ellos la autoridad sobre el canon del AT? Si ellos rechazaron a Jesús y por eso el dijo: “¿Qué, pues, hará el Señor de la viña? Vendrá, y destruirá a los labradores y dará a otros su viña” (Marcos 12,9).

Los sectarios y los demás reformadores decidieron seguir la decisión judía de basar el canon del AT sobre el idioma hebreo y sacaron los siete libros de su Biblia. Los llamaron "apócrifos" siguiendo la idea de los judíos (no conversos al cristianismo), los cuales ya no tenían autoridad alguna para los creyentes en Cristo Jesús, porque la Autoridad ya había sido entregada a los discípulos del Mesías (cf Mateo 18,18; Lucas 9,1) es decir a la Iglesia (cf Mateo 16,18-19).

Gracias a Dios ya muchos han corregido este error, siguiendo el concejo bíblico “Y no den oídos a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad” (Tito 1,14), actualmente muchas denominaciones protestantes están aceptando todos los libros del Antiguo Testamento, incluyendo los siete que antes negaban, los cuales anexan a sus versiones de la Biblia, acotando que se llaman Deuterocanónicos.