Levantarse esa mañana fue algo realmente difícil, su cuerpo se sentía extrañamente cansado y pesado, sus piernas dolían como en aquel partido donde volvió a jugar con Aomine, trato de abrir los ojos y al levantar la cabeza de la almohada sintió como la habitación comenzó a moverse, se cubrió el rostro con las manos tratando de disminuir el malestar, esto no era nada bueno, el no solía enfermarse, pero cuando pasaba era realmente una mala semana, si semana, generalmente una simple gripe lo tiraba a la cama por una semana, pero eso no podía pasarle hoy, si hubiese pasado una semana antes realmente no le habría importado, quizá hasta lo habría alegrado, al estar enfermo podría haber vuelto hace una semana de Londres, ya que aprovechando las vacaciones su agente consiguió un trabajo en una serie de desfiles que se realizarían en Londres, lo que lo llevo a estar 2 semanas fuera de Japón, la noche anterior había regresado, después de un muy largo vuelo, cerca de las 6 am a su departamento, se había dormido de inmediato, ya que al día siguiente quedaron de juntarse todos en las canchas del parque y estaba demasiado ansioso por volver a ver a sus amigos, si hasta el mal genio de Midorimacchi iría, junto con Takaochi pensó; no, él no estaba enfermo era el simple malestar de haber dormido mal y la fatiga del avión.
Se levantó decidido y mentalizado en que no se encontraba enfermo, decidió que un buen baño, podría calmar su incomodidad, no tenía fiebre y aún faltaban un par de horas para verse con sus amigos.
El baño efectivamente lo relajo, después de vestirse opto por comer algo, ya eran pasado del medio día y si comía demasiado cerca del partido, probablemente se sentiría peor, para su mala suerte no tenía con qué preparase algo de comer, no había ni un huevo, al estar dos semanas afuera la comida se hubiese arruinado, por ende dejo la nevera vacía antes de partir, se preparó un café, pero todo lo mejor que lo hizo sentir el baño se fue con esté, apenas dos sorbos, le revolvieron el estomagó al punto de terminar con la cara en el retrete; no, él no estaba enfermo, había comido en el avión y todos saben que la comida en los aviones es horrible, eso era lo que le pasaba.
Kise, se sentía a cada segundo peor, tenía escalofríos, náuseas y sentía un zumbido en su cabeza, que no lo dejaba pensar, cuando miro la hora ya eran casi las 4 de la tarde, debía estar en las canchas a eso de las 4:30, el único que dijo que llegaría tarde era Aomine.
-Aominecchi…-dijo su nombre como un íntimo secreto, sin poder evitar que sus labios se curvaran ante su recuerdo, esté había conseguido un trabajo de medio tiempo, pronto entrarían a la Universidad y quería tener dinero para su departamento, Kise en reiteradas ocasiones le ofreció vivir juntos, su departamento no estaba lejos y podían mejorar su relación, ellos llevan alrededor de tres meses saliendo, dos de novios, y para Kise fue como estar en la nube más cómoda del cielo, pero cada vez que mencionaba la posibilidad de vivir juntos termina en unas discusión de nunca acabar y con un Aomine muy molesto, por eso dejo que el moreno decidiera y que él lo apoyaría.
Kise salió de casa dispuesto a pasar por una farmacia primero, comprar algo para el dolor de cabeza y poder compartir con cada uno de los chicos, pero el sol afuera estaba realmente golpeando muy fuerte, por alguna razón se sentía sumamente sofocado, le estaba costando respirar, sentía el aire seco, en definitiva ese no era un buen día para menos para jugar un partido, con sus antiguos compañeros de la generación del milagro, la sola idea de pensar en copiar los movimientos de Aomine lo agoto, camino media cuadra antes que un ataque de tos lo hiciera detenerse, agradeció mentalmente que la farmacia solo quedara a un par de calles, si no sentía que moriría antes de llegar a las canchas.