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REVISTA COLOMBIANA DE BIOTICA VOL. 1 NO.

1, ENERO-JUNIO DE 2006

Panorama crtico de
las ticas del mundo viviente
Gilbert Hottois
Resumen
Esta presentacin sobre las diversas y polmicas ticas del mundo viviente, o ticas ambientales, tiene un carcter filosfico y global. Los problemas, las inquietudes y los riesgos referidos al mundo viviente son causados, directa o indirectamente, por la actividad humana; afectan el
mundo humano y no humano y son susceptibles de ser prevenidos o
resueltos, en parte o en su totalidad, por el hombre. Adems, son cuestiones sociales en un contexto sociolgico, econmico, tecnolgico y
poltico. La metodologa de enfoque debe ser interdisciplinaria y pluralista y tener en cuenta la complejidad y el carcter probabilstico o estadstico de los hechos, de los problemas y de los escenarios. Se trata de
transmitir a las generaciones futuras el ingenio creador de nuestra especie y la memoria de las experiencias pasadas.
Palabras claves: ticas del mundo viviente, tica ambiental, ecotica,
macrobiotica, antropocentrismo, ecologa profunda, ecosofa.

Presentacin
Esta presentacin tiene un carcter filosfico y global. Su primera
referencia es la tica ambiental, la cual tiene el desarrollo ms rico y
diverso entre las ticas del mundo viviente.

Traduccin del francs: Chantal Aristizbal Tobler, M.D.

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Los problemas, las inquietudes y los riesgos referidos al mundo viviente son causados, directa o indirectamente, por la actividad humana; afectan el mundo no humano (particularmente las formas de
vida no humanas) y el mundo humano. Estos problemas son susceptibles de ser prevenidos o resueltos, en parte o en su totalidad, por el
hombre.
La tica en este campo se ha enriquecido mucho desde los aos 1960
a 1970; es diversa y polmica, como lo indica el plural del ttulo.

1. Una nueva tica?


La idea de una tica ambiental o del mundo viviente enfrenta la reflexin moral sobre vas profundamente nuevas? Un gran nmero de
sus partidarios as lo pretenden y algunos destacan la amplitud de
esta novedad que exigira una ruptura con la tradicin tica, metafsica y religiosa que domina a Occidente desde hace siglos, incluso
milenios. Arne Naess (ecosofa, ecologa profunda)1, Paul Taylor,
Hans Jonas, Holmes Rolston III ( el giro ambiental de la filosofa2),
ilustran esta postura en grados diversos. Un texto histricamente determinante fue el artculo de Lynn White Jr. en Science (1967): Las
races histricas de nuestra crisis ecolgica. Lynn White afirma que bajo
la influencia de la filosofa griega y de la teologa judeocristiana, las
ticas occidentales se hicieron antropocntricas, es decir:
-

su valor exclusivo o dominante es el hombre;


la naturaleza, entregada a la explotacin humana, est desprovista de valor propio;
el campo de la tica es slo el de las relaciones interhumanas.

Las ciencias y tcnicas modernas acentuaran esta perspectiva.


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Naess A. (1989), Ecology, Community and Lifestyle Outline of an Ecosophy, Cambridge University
Press; (1991), Ecology, Society and Lifestyle: Ecosophy T, Cambridge University Press.
(1986), Philosophy gone wild, Prometheus Books; p. 9. As como otros han hablado de la curva
lingstica de la filosofa.

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Con el fin de romper con esta tradicin bimilenaria, sera indispensable una actitud tica nueva, sostenida por una reestructuracin de
los postulados metafsicos y teolgicos con base en la representacin
del hombre en la naturaleza y, al mismo tiempo, una remodelacin
profunda de la sociedad (comportamientos, estilo de vida, economa,
poltica). Los puntos fuertes de esta renovacin tica que presta atencin al mundo viviente son:
-

(a) un nuevo objeto: el mundo natural no humano es digno de


consideracin moral, seala problemas de valores, hace parte
de la comunidad moral que agrupa a todos los seres con los
cuales el hombre debe establecer relaciones ticas;
(b) una nueva temporalidad: las preguntas planteadas se refieren
al futuro, incluido el futuro lejano (siglos e incluso milenios);
(c) una nueva escala espacial: involucra regiones inmensas e
incluso la totalidad de la biosfera terrestre;
(d) una nueva calidad de la accin humana: por su amplitud,
pero tambin por su intensidad: modificacin rpida e irreversible de los seres vivos y del orden natural: cambios radicales
ecosistmicos, desaparicin y creacin de especies (transgnesis);
(e) un nuevo mtodo: en vez del enfoque racional de tipo analtico propio de la objetivacin cientfica y del dominio tcnico,
se debe preferir un enfoque holista, que no separe las partes del
todo, el sujeto del objeto, el hecho y el valor, y que no se despoje de toda emocin y de toda intuicin a favor del fro conocimiento solo.

Se ha discutido la novedad de los conceptos y valores introducidos


por las ticas de lo viviente.
El Occidente (no hablemos de las tradiciones orientales o, de forma
ms general, no-occidentales) no es monoltico: en el seno del judasmo y del cristianismo (por ejemplo, la doctrina de San Francisco de
Ass) se pueden encontrar valores ms o menos antropocntricos.
Segn el filsofo John Passmore, no son los textos mismos de la
Biblia, sino su interpretacin, bajo la influencia de la filosofa griega

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al desacralizar la naturaleza, la que condujo a una lectura antropocntrica de las Escrituras. Dos tradiciones menores coexisten con esta
lectura y se distinguen de ella: la de la conservacin de la naturaleza
primitiva y la de una humanizacin progresiva de sta a lo largo de
una cooperacin entre el hombre y la naturaleza, pendiente de no
violentarla en forma excesiva3.

2. Cul es el valor de los seres


de la naturaleza?
2.1 Valores en s, intrnsecos, inherentes
En relacin con la cuestin del antropocentrismo, otra pregunta filosfica se debate vivamente al interior de las ticas del animal y del
ambiente: es la pregunta del valor en s. Este debate pudo tomar un
tono escolstico y quisquilloso en cuyos meandros me introducir lo
menos posible y me limitar a la evocacin de los principales dilemas.
La pregunta fundamental es: el valor de los seres de la naturaleza
tiene como fuente y justificacin exclusivas la evaluacin realizada
por los seres humanos (como lo estima el antropocentrismo que
slo reconoce el valor en s de los humanos), o existe en forma independiente de stos, es decir, de alguna manera, objetiva?4.
Las ticas fundamentalistas del mundo viviente (como la ecologa
profunda de Arne Naess) afirman que la naturaleza es asiento de
valores intrnsecos, independientes de cualquier evaluacin humana.
Muchos filsofos no ven bien como conceder un sentido no contradictorio a semejante postura en la medida en que son, una vez ms
y como siempre, los humanos quienes plantean la existencia de valores intrnsecos. Pero la resistencia se debe sobre todo al universalismo
3
4

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(1974), Mans Responsibility for Nature, Charles Scribners Sons, New York.
O tambin depende de las valorizaciones proyectadas por vivientes no humanos conforme a sus necesidades, sus finalidades, sus intereses: el pasto tiene valor para la vaca (independiente de su inters
para el hombre).

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dogmtico asociado a los postulados fundamentalistas. Si un valor


es intrnseco, objetivo, se impone a todos y no respetarlo es un
error, una falta o un pecado, condenable sin mayor discusin. El
problema no reside en la existencia de individuos y de comunidades
que comparten creencias fundamentalistas. La sociedad pluralista
puede aceptarlos en la medida en que este fundamentalismo es escogido libremente por sus adherentes y no busca la conquista del poder
poltico con el fin de abolir el pluralismo, la democracia, las libertades
y los derechos individuales, en nombre de la Verdad y del Valor
fundamentales. Infortunadamente, parece que la dinmica fundamentalista, incapaz ella misma de ponerse en perspectiva crtica, no
es compatible con la tolerancia y la preservacin de una sociedad
pluralista y evolutiva. El riesgo de desviacin autoritaria est incrementado por el hecho de que numerosos problemas del mundo viviente slo tendran solucin a travs de medidas transcomunitarias
impuestas al conjunto de una sociedad, e incluso en el plano internacional, porque se refieren, in fine, a la totalidad de la biosfera.
La nocin de valor en s ha sido reinterpretada de dos maneras:
-

(a) en un sentido estratgico o retrico: la destruccin del mundo


viviente por nuestra civilizacin sera tan grave y difcil de combatir en el seno de la filosofa antropocntrica, pluralista y democrtica, que es indispensable recurrir a la nocin de valor en s
de los seres de naturaleza con el fin de imponer universalmente
su proteccin urgente mediante una poltica adecuada; El principio de Responsabilidad de Hans Jonas se acerca a esta postura;
(b) una vez ms, como siempre, es el hombre quien confiere un
valor en s mismo a los seres de la naturaleza; esto significa que les
concede un valor diferente al instrumental (por ejemplo, esttico:
la contemplacin o el disfrute de la naturaleza son un fin en s
mismos) o que los valora por ellos mismos, al favorecer su propio
bien: su crecimiento, su florecimiento; Baird Callicott5 habla de
valor intrnseco en este sentido.
(1989), In Defense of the Land Ethic: Essays in Environmental Philosophy, Albany, State University
of New York Press.

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En resumen, el recurso al valor en s mismo incluye la protesta de la


civilizacin occidental moderna en dos niveles. Superficialmente: se
denuncia la instrumentalizacin, la explotacin excesiva y consumista
de la naturaleza, pero no se abandona el antropocentrismo. Radicalmente: el antropocentrismo debe ser rechazado al igual que el especiesismo asociado a l: la especie humana no ocupa, en el plano de los
valores, ningn lugar privilegiado en el seno de la naturaleza. Esta
posicin radical es la de la ecologa profunda y se encuentra en pensadores como Paul Taylor o Holmes Rolston III.

2.2 Quines son los titulares?


La problemtica del valor en s mismo de los seres de la naturaleza
suscita preguntas conexas; la primera es: cules son estos seres de
naturaleza a quienes se les quiere conceder un valor intrnseco? Los
pretendientes son muy variados: individuos particulares (cada animal,
cada planta), especies vivas (nocin abstracta y general con respecto
a la cual el individuo poco cuenta), poblaciones (colectivo concreto)
pero tambin: ecosistemas, paisajes (los cuales con frecuencia incluyen a los humanos)...
Una segunda pregunta es la de la justificacin: qu propiedades o
qu criterios permiten identificar los titulares de los valores en s
mismos? Aqu tambin la discusin est candente.
Para Tom Regan, un ser est dotado de valor intrnseco cuando es
sujeto de una vida y puede gozar de un bien para s mismo, de
tal manera que las acciones, las circunstancias, le causan beneficio o
dao, independientemente de cualquier otra consideracin6.
Para varios autores, la nocin de inters es central. Un ser que tiene
intereses (necesidades, inclinaciones, motivaciones, objetivos,)

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(1982), All that Dwell Therein: Animal Rights and Environmental Ethics, University of California
Press.

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propios tiene valor propio. La nocin de inters puede entenderse


en un sentido subjetivo. Est reservada, por tanto, a animales superiores dotados, en grados diversos, de vida mental, lo cual limita bastante
la clase de los seres vivos dotados de valor intrnseco (J. Feinberg).
Pero, tener intereses puede entenderse tambin en un sentido objetivo: las plantas (incluso los ecosistemas) tienen, en este sentido, intereses (agua, sol,) y la falta de respeto hacia ellos puede conducir a
su muerte.
Los que reconocen un valor en s mismos a conjuntos complejos
(ecosistemas, incluso la totalidad de la biosfera terrestre: ecocentrismo, biocentrismo) subrayan la solidaridad de todas las partes que
los componen. La solidaridad bitica determina que cada parte es
igualmente necesaria y reviste un valor propio, igual que el todo.

2.3 Proteger y preservar lo viviente in situ o ex situ


La inquietud de la proteccin de los seres vivos dotados de valor es
capital tanto en el plano prctico como terico. Como no se puede
proteger-preservar-conservar todo, la pregunta acerca del hecho de
priorizar y de la jerarqua de las entidades valorizadas es esencial.
Los ambientalistas ms fundamentalistas deben reconocer que el
igualitarismo estricto de las especies (incluida la especie humana) es
insostenible y que es imposible congelar todos los ecosistemas o
cesar de intervenir en ellos de forma absoluta.
La Convencin sobre la diversidad biolgica (Ro de Janeiro, 1992) puso
en el orden del da el problema de las modalidades de la proteccin
(preservacin, conservacin) segn la alternativa: in situ / ex situ.
Salvar in situ es decir preservar los individuos y las especies en su
ambiente (que incluye con frecuencia humanos con su cultura)
slo es posible en una pocas situaciones. Preservar ex situ ofrece
infinitamente ms posibilidades y permite asociar constructivamente
las ciencias y las tcnicas a una empresa muy extendida de memorizar

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las riquezas naturales y tradicionales. La conservacin ex situ cubre


una amplia escala de grados de materialidad y de alejamiento ms o
menos grande con respecto a la realidad original a proteger. Comprende los zoolgicos y los jardines botnicos, los museos, los centros
de conservacin de semillas, de tejidos, de genes, pero tambin todas
las formas de registros multisensoriales (desde el audiovisual hasta
la realidad virtual) que las tecnologas numricas no cesan de desarrollar. Sin embargo, estas tecnologas permitirn guardar los ecosistemas
en la memoria, cada vez de forma ms integral, con la posibilidad
fenomenolgica de tener la experiencia como si se estuviera all.
Tampoco contradicen la evolucin ineluctable del mundo: el abandono de las tradiciones y la transformacin de los medios naturales.
No obstante, este triunfo de lo artificial es juzgado por numerosos
partidarios de la tica del mundo viviente como el colmo del extravo moral.

3. La cuestin del antropocentrismo


El antiantropocentrismo frecuente en las ticas de lo viviente es
una posicin formalmente contradictoria: siempre son algunos hombres (y nunca todos) quienes afirman un valor, una norma, un punto
de vista, supuestamente no (supra, extra) humanos. En tanto que
estrategia (retrica) de filosofa poltica llamada a fundamentar disposiciones apremiantes de proteccin de la naturaleza y de los seres
vivos, el antiantropocentrismo abre una brecha peligrosa por su
tendencia fundamentalista y dogmtica- en los principios mismos
del debate pluralista.

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El problema procede en parte del prejuicio propio de numerosas


ticas ambientales segn el cual el antropocentrismo es siempre, e
inevitablemente, antiecolgico, instrumentalista, explotador. Empero,
no hay ninguna necesidad: los hombres individuos y colectividades
no cesan de valorar de forma espontnea o deliberada cosas, seres,
situaciones como fines para favorecer, proteger, preservar. En cuan-

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to a la naturaleza y los seres vivos, el antropocentrismo tomado en


serio resalta toda la responsabilidad humana: son los hombres quienes
deciden, con base en razones y sentimientos, respetar, proteger, utilizar los vivientes no humanos.
El antiantropocentrismo se expresa en forma de biocentrismo o de
ecocentrismo.
Segn Paul Taylor, quien forja el trmino, el biocentrismo es el punto
de vista apropiado para fundamentar el respeto a la naturaleza. Comprende las siguientes creencias:
-

(a) los humanos son miembros de la Comunidad de la Vida de


la Tierra;
(b) esta comunidad bitica es un sistema total de interdependencias en el cual cada componente (cada especie, incluida la
especie humana) condiciona y es condicionada por la supervivencia de las otras;
(c) todos los organismos son centros teleolgicos de vida que
persiguen, a su manera, su propio bien;
(d) los humanos no tienen ninguna superioridad con respecto a
los otros seres vivos7.

Otros, como Callicott, hablan de ecocentrismo. Este trmino resalta


la realidad sistmica, compleja y holista de los centros naturales
de vida. As como los ecosistemas actan entre ellos y se encajan,
todos dependen de un ecosistema supremo: la biosfera terrestre.
Bajo el nombre mitolgico de Gaa (James Lovelock), la biosfera
aparece al mismo tiempo como un organismo global vivo y como
un sistema homeosttico total muy complejo8. Gaa debe imponerse
a los humanos como el origen, el fin y el valor ltimos.

7
8

(1986), Respect for Life. A Theory of Environmental Ethics, Princeton University Press; p.99ss.
Que incluye muchos ms aspectos adems de los puramente biolgicos: tambin geolgicos, meteorolgicos, astrofsicos (influencia de la Luna y, claro est del Sol)

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Las posiciones antiantropocntricas desembocan con frecuencia en


reivindicaciones a favor de los derechos, especialmente de los animales
superiores9, pero tambin de las formas de vida ms elementales,
vegetales, e incluso de ecosistemas. Para los defensores de los animales
(etc), esta nocin de derechos de los seres vivos no es ms que la
expresin asumida por el hombre de las pretensiones reales legtimas
de los seres de la naturaleza que no pueden hablar ni reivindicar sus
derechos naturales.
Desde un punto de vista antropocntrico, esta nocin de derechos
de los seres vivos no humanos slo es, en el mejor de los casos, una
ficcin jurdica, quizs til, pero tambin fuente de confusin. Es
mejor reservar slo para los humanos la nocin de derechos y agregar
que, con respecto a los seres vivos no humanos, los humanos tienen
o se adjudican deberes.

4. La tica ambiental en perspectiva


4.1 Problemas sociales complejos
Las ticas ambientales producen con frecuencia la ilusin peligrosamente engaosa de que su objeto es, a ttulo principal, si no exclusivo, el viviente no humano, la naturaleza. Esto es totalmente falso:
puesto que si, segn la hiptesis, los problemas son causados y deben
ser resueltos por el hombre, las reglas, normas y decisiones preconizadas se dirigen a la accin humana, individual y colectiva. Se trate
de contaminacin, de explotacin de los recursos no renovables, de
los derechos de los animales, de biodiversidad, de deforestacin,
de experimentacin sobre animales, de organismos genticamente
modificados, etc, se encuentran en el origen de los problemas y
como palanca de accin- instituciones, empresas, tecnologas, economas, sistemas jurdicos, polticas. Se podra agregar: costumbres,

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Ver Peter Singer y Tom Regan.

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valores, hbitos, estilos de vida, comportamientos sociales, morales,


de tal suerte que la tica misma (o su ausencia?) aparece como un
aspecto de los problemas y de su solucin as como el punto de vista
dominante a partir del cual las preguntas deben ser evaluadas y resueltas. El abandono progresivo o masivo- del petrleo como principal
fuente de energa o de la agricultura qumica en provecho de una
agricultura genticamente modificada presenta aspectos econmicos,
tecnolgicos, sociales, polticos, ticos, totalmente determinantes.

4.2 Una evaluacin pluridisciplinaria y pluralista


de los costos y beneficios
4.2.1 La cuestin del holismo
La naturaleza social compleja de los problemas ambientales invita a
considerar con ojo crtico el holismo tan apreciado por las ticas del
mundo viviente. Estas tienen razn al resaltar la interdependencia
sistmica en la naturaleza. Pero al focalizar los problemas exclusivamente sobre esta ltima, engendran, paradjicamente, un holismo
parcial y parcializado. Una evaluacin autnticamente holista muestra que no se trata de salvar tal especie o su medio natural en forma
absoluta o de suprimir simplemente tal contaminacin, sino estimar
cual ser el costo de tal accin eventual de proteccin desde el punto
de vista de sus condiciones y consecuencias econmicas, administrativas, polticas, sociales... Una tentacin igualmente peligrosa asociada
al holismo ordinario es el recurso a la intuicin (es decir a los sentimientos, las emociones, las impresiones, las evidencias) como preferible a los esfuerzos de anlisis y de objetivacin. Estos se consideran
inadecuados para la comprensin de entidades totales ya que la descomposicin en elementos simples las destruye o las hace incomprensibles. En efecto, la racionalidad analtica sera, por va de las
ciencias y las tcnicas, la fuente de todos los problemas. Tras esta
estela, asoman tentaciones irracionales que acercan las ticas de lo
viviente a la controversia posmoderna y premoderna (retorno de las
religiones, de las metafsicas) y se olvida que son precisamente las

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ciencias y las tcnicas las que permiten identificar y medir los problemas. Por ltimo, existe el holismo excesivo: es abusivo pretender que
todo depende de todo, que todo est relacionado con todo, en el
sentido de que cualquier accin local tendr necesariamente consecuencias globales (e incalculables). Las anteojeras, los prejuicios irracionales y los excesos asociados a los holismos ambientalistas pueden
tener consecuencias dramticas en la medida en que favorecen decisiones (elecciones, sacrificios, prioridades) tecnolgicas, econmicas,
sociales y polticas: ineficacia, desperdicio (de los recursos presupuestales y humanos, si no naturales), consecuencias opuestas a las
que se esperaban.
Un ejemplo: si los grandes temores de los aos 1960-70 con respecto
a los efectos cancergenos del uso de pesticidas en la agricultura
hubieran conducido a la supresin de estos, la disminucin de las
cosechas de frutas y legumbres con la consecuente elevacin del
precio y el descenso del consumo habran causado un deterioro ms
grave de la salud (especialmente en trminos de nmero de cnceres)
que el muy bajo riesgo estimado asociado con el uso de pesticidas
(sin hablar de las consecuencias econmicas) (Cf. Lomborg B. (2001),
The Skeptical Environmentalist, Cambridge University Press: Our
chemical fears, p.215ss).
4.2.2 Complejidad y exigencias metodolgicas de la evaluacin:
el marco cientfico y utilitarista

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Cuando se est convencido de que el enfoque de los problemas y de


los riesgos ambientales no debe renunciar a los esfuerzos de informacin objetiva y de anlisis razonado con miras al establecimiento de
las prioridades y de la toma de decisiones, se impone un doble marco
metodolgico y tico que tiene poco en comn con las nuevas ticas
de los ecologistas tericos militantes: la metodologa y la tica de las
buenas prcticas cientficas y el mtodo utilitarista del clculo de los costos
y los beneficios. Dada la complejidad y la imprevisibilidad relativa de
los problemas y de los riesgos, el establecimiento de los hechos y de
las previsiones suele ser de naturaleza estadstica y probabilstica, de

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tal manera que se est confrontado con un nmero ms o menos


elevado de escenarios posibles, asociados a elecciones de accin diferentes y a anticipaciones igualmente diversas de sus consecuencias
fsicas y sociales. Los hechos y las probabilidades no se refieren slo
al mundo fsico: la percepcin de los hechos y de los problemas por
los individuos y por la sociedad (opinin pblica) tambin constituye
hechos (de otro tipo) que la encuesta cientfica estadstica permite
establecer y que se deben tener en cuenta. La honestidad cientfica
consiste en no disimular esta complejidad cuando se privilegia, sin
decirlo de forma expresa, un posible o un grupo de posibles de igual
tendencia y dar la ilusin de casi certeza. Tampoco es legtimo seguir
la heurstica del miedo jonasiano (o cualquier principio de precaucin
vago y excesivo) al privilegiar el escenario ms catastrfico bajo pretexto de la gravedad del riesgo supuesto, as sea muy poco probable.
Porque se tiende, entonces, a borrar el costo (econmico, social,
poltico) de la decisin a tomar sin otra forma de proceso razonado.
Claro est, se puede escoger acercarse al riesgo cero, pero se debe
decidir con pleno conocimiento de causa el precio a pagar y el carcter
mnimo de disminucin del riesgo que la decisin hiperprecavida
aporta. El establecimiento de los hechos, de las probabilidades y de
los escenarios es una empresa interdisciplinaria que asocia a cientficos de lo viviente, economistas, ingenieros, socilogos, politlogos,
etc. La evaluacin de los diversos escenarios depende de un clculo
de riesgo/beneficio igualmente interdisciplinario, pues se trata de
evaluar y de comparar tecnologas, industrias, recursos naturales,
formas de agricultura, tipos de energas, consecuencias sociales y
polticas (restriccin de ciertas libertades, compensaciones financieras
consentidas, presupuesto a favor del ambiente, pero en detrimento
de la educacin o de la seguridad urbana o de la salud, etc). Cuando
uno se esfuerza en tener en cuenta todos estos aspectos, la evidencia
de las prioridades de la tica del mundo viviente se debilita singularmente, sobre todo que rara vez se trata de un campo en el cual se
tengan certezas en cuanto a los riesgos y a los problemas.
Si bien es cierto que se pueden cuantificar ms cosas de las que se
pensaba en primera instancia, tambin es cierto que hay cosas que

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es muy difcil, incluso imposible, cuantificar. Entre ellos estn diversos aspectos, subjetivamente variables, de la calidad de vida, el
respeto de los valores morales y de los principios, el apego a cosas y
seres que no tienen precio, las utilidades simblicas (Robert
Nozick)... Nos referimos a elecciones, preferencias e inversiones existenciales, ms o menos ltimas, a nombre de las cuales se deben
considerar los valores en s de los cuales ya hablamos. Algunas
observaciones con respecto a las limitaciones del clculo utilitarista:
(a) esta problemtica es casi tan antigua como el utilitarismo mismo,
como lo demuestran las posiciones de los fundadores: utilitarismo
cuantitativo de Bentham y cualitativo de Stuart Mill; (b) siempre se
puede atribuir un precio a lo que no lo tiene: basta con considerar
aquello que los interesados potenciales estaran dispuestos a ofrecer
o lo que se sacrifica, en trminos de ser, de hacer o de tener posibles,
con el fin de preservar lo inestimable; (c) la biotica y la tica mdica
conocen bien estos problemas y se han formalizado en trminos de
QALY, por ejemplo10. Si bien no permiten una solucin automtica,
los esfuerzos sostenidos de objetivacin y de cuantificacin ayudan
a aclarar la complejidad de las elecciones y, con frecuencia, muestran
que las cosas a las cuales uno se apega no son tan absolutas ni incomparables como se pensaba. Pero, precisamente, muchos temen
tal relativizacin y puesta en perspectiva.
Sin embargo, es cierto que estamos confrontados a elecciones en las
cuales los trminos no pueden ser cuantificados ni evaluados mediante patrones y criterios universales compartidos. Por este motivo,
la evaluacin de los problemas y de los riesgos relativos al mundo
viviente no humano, en tanto que problemas sociales, debe ser no
slo pluridisciplinario, sino tambin pluralista. La evaluacin, en la
medida en que no se puede objetivar de forma integral ni es cuantificable, debe pasar por la discusin entre los representantes de todas
las partes interesadas. En un Estado democrtico, le corresponde al

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El QALY (Quality-Adjusted Life Years) es una medida de la duracin de vida teniendo en cuenta la
calidad de esa vida con base en cierto nmero de criterios definidos (Cf. Hottois G. et Missa J-N.
(2001), Nouvelle Encyclopdie de Biothique, Bruxelles, De Boeck ; entrada: QALY .

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poltico, in fine, ilustrado por la informacin pluridisciplinaria y la


discusin pluralista, establecer las prioridades y los sacrificios, puesto
que todo lo que es deseable no es posible hic et nunc (NT: aqu y
ahora). Esta metodologa de evaluacin de los problemas y de los
riesgos se opone al deseo, latente en las tendencias fundamentalistas,
de anteponer los valores en s mismos, las urgencias ambientales y
las nuevas ticas al respeto por los derechos y las libertades de las
sociedades pluralistas, democrticas y evolutivas.
La evaluacin responsable bebe de tres fuentes de informaciones
para tomar decisiones: la informacin cientfica pluridisciplinaria,
el mercado (indicativo de los costos que se deben sostener) y el
debate pluralista organizado por el poltico a escala nacional (e internacional). La importancia concedida por esta metodologa a las ciencias y a las tcnicas, al clculo utilitarista, a la economa, as como al
pluralismo liberal es sospechosa a los ojos de varios partidarios de la
tica ambiental, porque ellos estiman que estos diferentes actores
son incapaces de aportar una respuesta a los problemas y a los riesgos
y slo pueden agravarlos. Por este motivo, los militantes de la tica
ambiental a veces denuncian este enfoque como inmoral. No obstante, sera importante salir del callejn sin salida que opone economa
y tecnociencias de una parte, y tica y proteccin de lo viviente de
otra parte.
4.2.3 Complejo de Casandra, moralismo y sospecha generalizada
Bjrn Lomborg (The Skeptical Environmentalist, o.c.) denuncia lo que
l llama la letana ambientalista. Con el apoyo de hechos y cifras,
l muestra que la casi totalidad de los problemas y de los riesgos
alegados (superpoblacin, hambruna, deforestacin, contaminaciones, pesticidas, energa, recursos no renovables, recalentamiento
planetario, lluvias cidas, biodiversidad, OGM, etc) se exageran demasiado, se presentan en absolutos, de una forma unilateralmente
negativa (sin ningn clculo de riesgo/beneficio) y como muy probables o incluso probados. En cambio, cuando con el tiempo se demuestra que un riesgo no existe o es mucho ms bajo de lo que se

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pensaba, el desmentido se calla11. Entre los numerosos ejemplos, el


ms espectacular se refiere a las predicciones de hambrunas mundiales cataclsmicas debidas a la superpoblacin (especialmente, The
Population Bomb de Ehrlich, en 1968) para los aos 1970-80. As
como desde el comienzo del siglo XIX, Malthus no haba previsto
las evoluciones positivas de la agricultura y de la industria, la llamada
Revolucin Verde -conjunto de tcnicas que transforman y decuplican la produccin agrcola (y tambin la ganadera)12 alej el
espectro de la hambruna mundial. Cuando una prediccin fechada
es desmentida por los hechos, otra manera de salvar el pesimismo
catastrfico consiste en alargar el plazo. En efecto, el petrleo (al
mismo tiempo que otros recursos no renovables) no se agot antes
de finalizar el siglo XX (como lo anunciaba los lmites del crecimiento del Club de Roma desde 1972), pero se agotar antes de la
mitad del siglo como lo predice el mismo grupo en Beyond the Limits
en 1992. Se podra creer que con seguridad la prediccin del agotamiento de los recursos no renovables acabar por ocurrir; nada es
menos seguro. As, en 1864, se predeca el agotamiento del carbn.
Pero a medida que la demanda se ha incrementado y ha inducido
un aumento del precio, las soluciones de sustitucin se han hecho
ms interesantes y la I&D (Investigacin y el Desarrollo) las han
hecho posibles, de tal forma que las reservas de carbn del globo
son elevadas para este comienzo del siglo XXI13.
Ms grave que el complejo de Casandra es tal vez la sospecha generalizada lanzada sobre la experticia y la competencia cientficas y
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13

As, el argumento decisivo a favor de los bosques tropicales y ecuatoriales en los aos 1970 era que
constituan el pulmn de la Tierra: esto es falso porque la descomposicin vegetal consume tanto
oxgeno como el producido por el vegetal vivo. Hoy en da, el argumento decisivo es la biodiversidad:
pero esta nocin es extremadamente difcil de determinar como lo es el ritmo real de su erosin (Lomborg,
o.c., p.115ss). Tambin en los aos 1960-70, las alarmas graves por el cncer (y otros males) suscitadas por Silent Spring (1962) de Rachel Carson con respecto al uso de pesticidas y otros productos
qumicos, demostraron ser totalmente exageradas (Lomborg, o.c., p.215ss).
Seleccin de variedades ms productivas, irrigacin controlada, pesticidas y fertilizantes nuevos, gestin agrcola ms eficaz, The Green Revolution represents a milestone in the history of mankind, a
fantastic increase in food production en las antpodas de la apocalipsis demogrfica anunciada (Lomborg,
o.c., p.62ss).
Cf. Lomborg, o.c., p. 124.

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tcnicas. Dada la complejidad efectiva de los problemas, dada su


naturaleza estadstica y probabilstica, dadas las mltiples dimensiones sociales y polticas, dados los intereses particulares muy importantes que estn en juego (para todas las partes: cientficas, industriales, defensores de los animales y ambientalistas, pases ricos, pases
en va de desarrollo), dadas las numerosas amalgamas (economacapitalismo; modernidad-imperialismo; tecnociencia-capitalismo-eimperialismo, etc), es fcil provocar y mantener la sospecha con
respecto a las personas y a los grupos expertos competentes. Esta
sospecha generalizada hace el juego de la ignorancia, de la incompetencia y del activismo demaggico que el profano de buena voluntad
no logra distinguir del serio informado y prudente. El mayor peligro
para el futuro de nuestra civilizacin (las generaciones futuras) es la
erosin de la tica de la ciencia y de la tcnica sin la cual esta civilizacin no es viable.
El famoso principio de precaucin en cuanto que quiere expresar ms que una prudencia razonable no ocurre, desde este punto
de vista, sin suscitar inquietudes y crticas legtimas. En efecto, el
principio de precaucin14 invita a une evaluacin democrtica que
obliga a los especialistas a una informacin transparente sobre los
riesgos eventuales. Lo cual est bien, por lo menos en la medida en
que la poblacin destinataria comprende la naturaleza exacta de estos riesgos. Pero no obliga a los opositores a explicitar y a justificar,
hasta el final y con el mismo rigor que los cientficos, sus rechazos y
sus alarmas. Para los crticos de las ciencias y de las tcnicas bastan
las impresiones, los sentimientos, las convicciones y creencias (incluso falsas o completamente no verificables); irracionales, las convicciones emocionales permanecen sin cambios y se repiten incluso
cuando se han aportado todas las informaciones objetivas que manifiestan su debilidad o su vacuidad. El principio convierte la carga
de la prueba no slo en totalmente asimtrica, sino imposible: lo
14

Este principio prev segn su versin ms autorizada que se deben tomar medidas de precaucin incluso cuando ciertas relaciones de causa a efecto no estn del todo establecidas en el
plano cientfico. En este contexto, el que propone una actividad, y no el pblico, soporta la
carga de la prueba. (citado en N. Agar, Liberal Eugenics, Blackwell, 2004; p.160).

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que hay que demostrar es la inocuidad de una nueva empresa o


posibilidad relacionada con la I&D; pero, esto es imposible por definicin (de la verdadera novedad) y porque el riesgo cero no existe.
Lomborg subraya que es muy difcil criticar las alarmas y las ticas
de lo viviente sin ser tachado en forma automtica de irresponsabilidad, incluso de complicidad activa con el mal. En efecto, cmo
no estar de acuerdo con prcticas de proteccin, de salvaguarda del
ambiente y de lo viviente en general? Las intenciones de las ticas
ambientalistas parecen, evidentemente, buenas y desinteresadas;
la presentacin manipulada, simplificada o exagerada de los hechos,
de los problemas y de los riesgos, slo es, en el peor de los casos, una
estratagema retrica til e incluso indispensable para combatir las
fuerzas del mal, la inercia y la indiferencia humanas. Defender los
progresos modernos y su porvenir parece moralmente indecente y
polticamente incorrecto: si hay alguna verdad, no sera bueno decirla. Semejante moralismo ambientalista es antidemocrtico, por lo
menos en dos niveles: (a) disimula la informacin, calla el debate y,
en el mejor de los casos, reserva la verdad para una lite sabia; (b)
simplifica los problemas al volverlos absolutos y al aislarlos de toda
evaluacin capaz de tener en cuenta todos los aspectos y de medir
los costos y beneficios, diferentes a los estrictamente ambientales.
En la medida en que los enfoques utilitaristas de los problemas son de
inspiracin cuantitativa y tienen en cuenta el mercado, se juzgan a
priori malos, porque son cmplices de las fuerzas del mal (tecnociencia capitalista), cualquiera que sea su eficacia prctica (porque
colocarse de manera predominante desde el punto de vista de la eficacia
prctica ya es inmoral). Aunque se trate con frecuencia de cuestiones
de responsabilidad, las ticas de lo viviente con frecuencia son ticas
de la conviccin y no ticas de la responsabilidad (en el sentido de Max
Weber). El Principio de Responsabildad de Hans Jonas constituye, paradjicamente, dado su ttulo, el paradigma de esta orientacin15.
15

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Un ejemplo de moralismo: segn J. Rifkin, famoso militante ambientalista, la disposicin de la fusin


nuclear como fuente de energa a la vez limpia, inagotable, confiable y barata, sera la peor de las cosas
que podra suceder a la humanidad. Sera como poner una ametralladora en las manos de un nio

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4.2.4 Generaciones futuras y desarrollo sostenible


La expresin desarrollo sostenible se impone desde los aos 1980,
especialmente bajo la influencia del Informe Brundtland (1987) que
lo define as: El desarrollo sostenible es aquel que responde a los
problemas del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para responder a sus propias necesidades. Desde siempre, los hombres han tenido la preocupacin moral del futuro encarnado en sus hijos y sus nietos, pues tambin hacen parte del presente.
No es necesario imaginar, con este fin, alguna nueva tica, excepto
si las generaciones futuras que motivan la preocupacin van ms
all de algunas dcadas y se entierran en el futuro lejano. El problema
est ah: se tratara, segn algunos, de tener en cuenta hoy las necesidades de los que vivirn dentro de un siglo o ms. La nica seguridad
aportada por semejante ambicin es que el tomarla en serio tendr
un impacto muy importante sobre nuestro modo de vida presente y
sobre el de nuestros hijos. Porque en lo que se refiere a los humanos
que vivirn en dos siglos o mil aos (y la biologa, la geologa, la
cosmologa invitan a perspectivas infinitamente ms lejanas: que
ser del hombre en cien mil aos, en uno o diez millones de aos?),
la anticipacin racional no permite prcticamente ninguna afirmacin. No sabemos nada de las necesidades, de los deseos, de las
creencias, de los estilos de vida, de las organizaciones polticas, de
las ciencias y de las tcnicas de las generaciones del ao 2200 o
2500: ni siquiera sabemos de que manera(s) se reproducirn.
Sin embargo, con el fin de tomar hoy decisiones justificadas (no
slo con base en buenas intenciones gobernadas inconscientemente
por fantasmas), sera necesario poder realizar un clculo de costos y
beneficios al menos probable. Infortunadamente (o afortunadamente), es imposible tener en cuenta el futuro distante. Podemos calcular
cules son para nosotros (mundo desarrollado y mundo en vas de

(Cf. Lomborg, o.c., p. 320ss). Es la hybris humana del hombre moderno en particular la que se debe
contener, pues es culpable (pecaminosa) y entre ms lejos vaya, ms catstrofes ineluctables traer
como castigo.

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desarrollo) los costos de decisiones restrictivas, pero no podemos


anticipar cules sern los beneficios (o los costos) de las consecuencias
de estas decisiones en uno o dos siglos. Un problema enunciado con
frecuencia es el de la oposicin entre las exigencias de la justicia
intrageneracional e intergeneracional. Se debe, so pretexto de un
agotamiento irreversible de las riquezas naturales o del riesgo de
evoluciones perjudiciales (demografa, contaminacin, deforestacin,
etc.) impedir o frenar a los pases en desarrollo sobre la va del nivel
actual de consumo de los pases ricos? Los sacrificios exigidos en el
presente son a la vez certeros e injustos; los beneficios futuros esperados permanecen opacos.
Los partidarios de ticas del futuro maltusianas postulan implcitamente una proyeccin muy lineal del porvenir: el futuro tan lejos
como se pueda imaginar- no ser muy diferente del presente: los
hombres tendrn las mismas necesidades, los mismos problemas,
los mismos medios. Una breve mirada retrospectiva sobre la historia
de los ltimos siglos muestra que esta visin lineal es totalmente
controvertible, sobre todo en lo que se refiere a los recursos (materias y energas) y los medios (tcnicos) que han cambiado completamente. La visin lineal rinde testimonio de una confianza nula o de
una gran desconfianza con respecto al ingenio humano.
Otra actitud cultiva, con respecto a las generaciones futuras, una
proyeccin abierta y confiada. Reafirma la preocupacin moral tradicional sobre el bienestar de los hijos y de los nietos, pero rechaza
sacrificarlos al mismo tiempo que el presente, a temores y anticipaciones de penurias o de problemas distantes un siglo o ms, cuyo
agravamiento probable se basa por completo sobre una continuacin lineal de los modos de vida actuales. El principal peligro consiste en dudar gravemente del ingenio creador de la especie, de su
capacidad de inventar soluciones a los problemas que encuentra y
engendra. Lo primero que hay que legar a las generaciones futuras
es esta libre capacidad de invencin y de exploracin, al mismo
tiempo que la memoria de las experiencias pasadas.

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5. Presuposiciones y dilemas filosficos


Algunos presupuestos implcitos, vagos y poco criticados relacionados con la concepcin de la naturaleza y del hombre (antropologa
filosfica, filosofa social y poltica), motivan y gobiernan de manera
sombra las posiciones presentadas como ticas, las informaciones
seleccionadas, los criterios, las proyecciones y las elecciones. En este
sentido, est justificado el nfasis concedido desde hace tiempo (Lynn
White Jr, John Passmore) a las races religiosas y metafsicas de los
problemas relacionados con el mundo viviente. Se pueden reconocer
dos orientaciones muy generales: (a) las presuposiciones a favor del
cierre y del equilibrio; (b) las presuposiciones a favor de la apertura
y de la evolucin. Corresponden a formas de civilizacin a sociedades- muy diferentes.

5.1 Cierre y equilibrio


La metafsica de la finitud y la escatologa de la homeostasis apoyan
a la mayora de las ticas ambientales. Se caracterizan por el cierre
espacial: la Naturaleza nuestro hbitat, nuestro nico recurso - es
la Tierra; una buena metfora es la Tierra concebida como una
astronave finita y cerrada (Kristin Shrader-Frechette16). Tambin se
caracterizan por el cierre temporal: el Tiempo es el estado presente y
se debe conservar, preservar, repetir indefinidamente con los nicos
objetivos de luchar contra su degeneracin y mejorar el equilibrio
global17. La problemtica de los lmites est omnipresente (desde el
inicio de los aos 1970 con el clebre: Halte la croissance o The
Limits to Growth, de Meadows y colaboradores18). Los lmites son fsicos
y biolgicos (naturales), sociales (econmicos, polticos) y tcnicos
(cientficos). Aunque sean de naturaleza emprica (y, por tanto,
16
17

18

(1981), Environmental Ethics, Pacific Grove, The Boxwood Press; p.29ss.


Desde este punto de vista la temporalidad ecologista no es muy diferente del tiempo de los mitos (Cf.
M. Eliade).
Meadows D.H. et D.L., Randers J, Behrens W. (1971), Halte la croissance, Fayard; en anglais :
(1972), New York, Universe Books.

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contingentes), se presentan como insuperables en un sentido casi ontolgico (incluso teolgico), de tal forma que su superacin es a la vez
imposible y prohibida. Intentar superarlas debe conducir a la catstrofe, justamente al castigo de la hybris.
El mito o la utopa subyacentes es el estado constante o estacionario
(steady o stationary state), un ideal de homeostasis, fluctuante alrededor del equilibrio19. Se refiere a la economa, la sociedad en general,
as como a los intercambios hombre-naturaleza. Encerrados en un
sistema finito, no evolutivo, estos intercambios deben dirigirse al
ideal del reciclaje tecnobiolgico perfecto, sin prdida. En el plano
sociopoltico, se debe velar nicamente por suprimir las inequidades
(gracias a une redistribucin de los recursos), pues son causas de
desequilibrio.
El ideal del estado estacionario anuda de forma espontnea fuertes
complicidades con un abanico extendido del imaginario natural y
social, premoderno y moderno, religioso y laico. Va desde La Edad
de oro hasta el Jardn del Edn original o paraso final cristiano o
comunista y pasa por utopas totalitaristas y tecnocrticas, o incluso
algunos paradigmas fsicos y cosmolgicos. Una fuente contempornea de este ideal filosfico-tico es la ecologa misma que describe
a los seres vivientes en un medio, el ecosistema. Este se caracteriza
por la interdependencia de todos sus componentes, por la estabilidad
homeosttica (capacidad interna de reequilibrio), el cierre (une intervencin externa muy fuerte es desestabilizadora y destructora) y
por procesos cclicos. Aldo Leopold, considerado el padre espiritual
de la tica del mundo viviente, afirmaba que una accin justa preserva la integridad, la estabilidad y la belleza de la comunidad bitica.

19

56

Cf, por ejemplo, Holmes Rolston III (1986), Philosophy Gone Wild. Essays in Environmental Ethics,
New York, Prometheus Books; p. 14ss. Para un enfoque crtico: Grard Bramoull, Malthusiana,
in Krisis, n15, sept. 1993 (volumen sobre el tema: Ecologa?).

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5.2 Apertura y evolucin


La otra actitud, casi antittica de la que acabo de describir, rechaza
la idea del cierre espacio-temporal. La naturaleza es el universo (y
sus recursos infinitos) y no solamente la naturaleza terrestre ella
misma abierta, por cierto, a los aportes y las intrusiones del cosmos
(Sol, Luna, cometas, meteoritos) y profundamente evolutiva-, en los
antpodas de un sistema cerrado y congelado. En cuanto al tiempo,
la historia natural y humana no ha cesado de manifestar la creatividad
imposible de anticipar que el porvenir, abierto, prolonga. No hay
lmites necesarios; el universo est lleno de energas y de recursos.
Entre estos, se encuentra el ingenio humano: experimentador, explorador, inventivo, curioso, capaz de resolver los problemas, de vivir
y de sobrevivir transformando(se). La confianza en el hombre, especialmente en su creatividad simblica y tcnica aplicada al medio y
a s mismo, se encuentra en el corazn de esta filosofa de la conquista indefinida de nuevas fronteras. Esta confianza no niega la existencia de problemas y de lmites circunstanciales: se opone a volverlos
absolutos y a leer en ellos la obligacin de detenerse.

6. Algunas observaciones
y recomendaciones de conclusin
1. Las ticas del mundo viviente cubren un conjunto de problemas muy controvertidos, a propsito de los cuales es discutible
afirmar que exigen un enfoque tico radicalmente nuevo, en
ruptura con la tradicin occidental y la modernidad.
2. El antiantropocentrismo o la nocin de valor en s mismo deben
ser criticados como contradictorios en el plano lgico y peligrosos en el plano tico-poltico. La ficcin jurdica de los derechos de los animales apela a reservas anlogas.
3. La sensibilidad la capacidad de sufrir de los seres vivos debe
estar en el centro de las preocupaciones llamadas ticas frente

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a la naturaleza. Esta preocupacin debe traducirse en un derecho matizado que reglamente nuestras relaciones con los seres
vivos capaces de sufrir y nos imponga deberes, especialmente
en el marco de la experimentacin y de la I&D (ver sobre este
tema el principio de las 3R20).
4. De manera general, se debe promover la preservacin ex situ,
nica realista pues es compatible con el desarrollo y la evolucin,
y tambin est en sinergia con las nuevas tecnologas genticas y
numricas.
5. Las cuestiones relativas al mundo viviente tambin son problemas sociales: su referencia a la naturaleza no puede estar aislada
del contexto sociolgico, econmico, tecnolgico y poltico.
6. Sin negar la importancia del anlisis sistmico, el holismo ambientalista debe considerarse de forma crtica; generalmente es
parcial y parcializado pues no tiene en cuenta las dimensiones
sociales; a veces es excesivo, irracional y niega peligrosamente
la racionalidad analtica, objetivadora y cuantificadora.
7. La metodologa de enfoque de los problemas del mundo viviente
debe ser interdisciplinaria y pluralista. La tica es la de las buenas
prcticas cientficas y tcnicas, del utilitarismo y de la discusin
argumentada. Mantener y propagar la sospecha injustificada
sobre la experticia cientfica competente, sobre el esfuerzo de
evaluacin de todos los costos y beneficios o sobre la discusin
pluralista es peligroso para nuestra civilizacin compleja, cientfico-tcnica y multicultural.

20

58

"Disea los tres objetivos que inspiran un enfoque tico de la experimentacin en animales; primero, si
es posible, Remplazar los animales por sustitutos; en todos los casos, Reducir el nmero al mnimo
indispensable; por ltimo, Refinar los procedimientos experimentales (Hottois G. et Missa J-N. eds,
Nouvelle Encyclopdie de Biothique. Mdecine-Environnement-Biotechnologie, Bruxelles, De
Boeck, 2001; p. 851).

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8. La dificultad central es la de dar prioridad a los problemas y a


sus soluciones. Para resolverla, se debe poder compararlos desde
el punto de vista de sus costos y beneficios, teniendo en cuenta
todos sus aspectos. Con este fin, la cuantificacin es importante.
Cuando encuentra sus lmites, debe ser reemplazada por la discusin pluralista entre todos los interesados.
9. Se debe salir del callejn sin salida que opone economa e I&D
de una parte, y tica y proteccin de lo viviente de otra parte.
Este callejn sin salida es una ilusin debida a la simplificacin
maniquesta abusiva de los problemas y de las soluciones.
10. No se debe disimular ni atenuar la complejidad ni el carcter
probabilstico o estadstico de los hechos, de los problemas, de
los escenarios.
11. Tener en cuenta el futuro distante es imposible. La preocupacin
por el futuro no requiere una nueva tica. La consideracin
del futuro debe preocuparse por transmitir a las generaciones
futuras tanto el ingenio creador de nuestra especie como la memoria de las experiencias pasadas. El mayor peligro consiste en
dudar del ingenio humano; el crimen ms grande, en ahogarlo.
12. La adhesin a la apertura espacio-temporal del futuro es preferible a la metafsica de la finitud y a la escatologa del equilibrio.
Slo hay lmites empricos, es decir, contingentes.
13. El pesimismo catastrofista y el moralismo poco humanista de
ciertas ticas de lo viviente impiden una visin clara de los hechos, de los problemas y de los posibles. La hiperprecaucin y
el idealismo moralizador tambin tienen costos (econmicos,
sociopolticos) y no son totalmente desinteresados.
14. No se trata de negar la existencia de numerosos problemas ambientales y relativos a lo viviente en general; se trata de abordarlos
y resolverlos de manera pragmtica. Con este fin, es conveniente

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denunciar la utilizacin de estos problemas -confirmados o


fantaseados- con miras a una oposicin global a nuestra civilizacin (moderna, tecnocientfica, pluralista, liberal, bajo la economa de mercado pero tambin: materialista, consumista, mvil,
procesal, evolutiva, etc). Dicha oposicin puede desembocar en
los espejismos reaccionarios de retornos a las sabiduras, metafsicas o religiones espiritualistas, tradicionales u orientales; o
en los seuelos revolucionarios de una nueva sociedad, de
otra poltica, de una nueva ciencia y de otras tcnicas,
en ruptura completa (incluso violenta) con los aportes de la
modernidad.

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En el seno de una literatura inmensa, retomamos las obras utilizadas en este estudio o que permiten
profundizar en ciertos puntos.

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