domingo, 24 de marzo de 2024

La operación más audaz de la Segunda Guerra Mundial

Durante la Segunda Guerra Mundial se llevaron a cabo diversas y arriesgadas misiones, pero la Operación Jaywick, fue un audaz plan aliado que fue un éxito. La planificación y la osada ejecución de una incursión de más de tres mil doscientos kilómetros a través de las líneas enemigas no tenía precedentes.

La operación más audaz de la Segunda Guerra Mundial
El SOA (Special Operations Australia), que se creó en marzo de 1942, trabajaba de forma encubierta bajo la tapadera del Departamento de Servicios Inter-Aliados (IASD) en Melbourne. En la organización trabajaban varios miembros británicos del SOE que habían escapado del Singapur ocupado por los japoneses. En el mes de junio, se organizó una unidad de comandos denominada Unidad Especial Z, posteriormente se conoció como Fuerza Z formada principalmente por tropas australianas aunque entre ellos había algún británico. Su misión era el reconocimiento y sabotaje detrás de las líneas enemigas. 

En 1943, el capitán de los Gordon Highladers, Ivan Lyon y el civil australiano Bill Reynolds, crearon un audaz plan para atacar a la marina japonesa. en el puerto de Singapur. 

El entrenamiento fue organizado y llevado a cabo por Lyon y el Capitán Davidson en Camp X, una zona inaccesible a lo largo del río Hawkesbury en Nueva Gales del Sur. Para el largo viaje se usaría un pesquero costero japonés que poseía Reynolds llamado Kofuku Maru, que había utilizado para evacuar refugiados de Singapur. Para la misión fue rebautizado como Krait, por una pequeña y mortal serpiente asiática. 

La operación más audaz de la Segunda Guerra Mundial
Los 14 de la Fuerza Z, formado por once australianos y tres británicos, partieron el 2 de septiembre de 1943 de Australia para llegar a Singapur, que se encontraba ocupada por los japoneses. Navegaron miles de kilómetros en el pesquero a motor Krait. Durante su larguísimo viaje los hombres tuvieron que vestir pareos y tener la piel pintada, para que pudieran pasar por pescadores malayos. 

La noche del 24 de septiembre llegaron a las costas de Singapur, anclaron su pesquero y seis comandos remaron 50 kilómetros unas canoas plegables para esconderse en una cueva en una pequeña isla cerca del puerto. En la noche siguiente remaron hasta el puerto de Keppel en sus canoas ocultos por la oscuridad. Allí, colocaron minas lapa con temporizadores en los barcos japoneses antes de volver a sus escondite. Al día siguiente, resultaron gravemente dañados o hundidos seis barcos mercantes japoneses, con un peso total de unas 40.000 toneladas. Escondidos en la cueva esperaron a que se calmara todo y unos días después regresaron al Krait.

La operación más audaz de la Segunda Guerra Mundial
El 19 de octubre, los 14 hombres regresaron sanos y salvos a Exmouth, Australia Occidental, tras un viaje de 48 días, aunque se toparon en el estrecho de Lombok con un buque de guerra japonés, que navegó junto a ellos unos 20 minutos. Durante el encuentro la tripulación estuvo a punto de estrellar su propio barco, con la proa cargada de potentes explosivos contra el navío nipón. Pero finalmente cambió de dirección y se fue, sin ningún motivo. 

El ataque fue un importante golpe psicológico para los japoneses a los que les pilló completamente por sorpresa. En ningún momento sospecharon que todo fue organizado desde Australia así que supusieron que había sido llevado a cabo por saboteadores locales. Los nipones realizaron una ola de detenciones, torturas y ejecuciones dirigida principalmente a chinos, malayos locales en lo que se llegó a conocer como el "Doble Décimo", en referencia al 10 de octubre, día en que se iniciaron las detenciones masivas. Los aliados nunca reivindicaron el ataque, posiblemente para preservar el anonimato de la unidad y el pesquero Krait.

Al éxito de Jaywick le siguió la Operación Rimau que fue un fracaso. Supuso que todos los participantes, incluido Lyon, murieran en combate o fueran capturados y ejecutados por los japoneses.

El Krait se encuentra en exhibición en el Museo Marítimo Nacional de Australia de Sydney desde 1988.

Para saber más:
Australian War Memorial
El Gran Capitán
Web Archive
Combined Fleet
Web Archive
Wikipedia

domingo, 10 de marzo de 2024

La televisión durante el III Reich

Puede que resulte sorprendente pensar que la Segunda Guerra Mundial pudo haberse convertido en la primera guerra televisada, aunque ese dudoso honor acabaría recayendo en la de Vietnam dos décadas después. La verdad es que no estuvo tan lejos de suceder. La población alemana fue la primera en ver en la pequeña pantalla los noticiarios, ofreciendo la guerra prácticamente en directo. 

Vayamos a 1935, cuando se realizaron las primeras emisiones experimentales de televisión, aunque para la década de 1920 en Alemania ya hubo varias investigaciones al respecto y Manfred von Ardenne logró la primera transmisión de televisión totalmente electrónica con tubos de rayos catódicos en 1930. La tecnología germana había conseguido ponerse a la vanguardia creando los primeros televisores. Eran mucho más pequeños que los actuales, de forma más redondeada, estaban encajados en un mueble de madera de un metro y medio de altura y, en principio, no estaban destinados para el uso doméstico sino para su visionado público

Para estas emisiones se utilizaron algunas oficinas de correos de Berlín en las que se habilitaban una sala que permanecía en penumbra para aumentar la reducida luminosidad de la pantalla. Junto a ella se sentaba un técnico que, en el caso de que se produjeran interferencias o se perdiese la emisión, sintonizaba de nuevo el televisor. 

El auténtico bautismo de fuego de la televisión alemana fueron los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. Hitler quería impresionar al mundo exhibiendo una organización del evento perfecta y uno de los elementos de propaganda que quiso potenciar fue la televisión. Para ello, se creó la retransmisión deportiva, gracias a unas innovaciones técnicas que permitieron emitir en directo una prueba con una diferencia de poco más de 1 minuto y medio. Lo que tardaba la película con la que era filmada en quedar revelada y ser emitida a los estudios centrales que reenviaba la emisión a todos los receptores. El laboratorio móvil estaba situado en el interior de unos camiones sobre los que se fijaba la cámara. Las imágenes recogidas por ella pasaban directamente al interior del camión donde se producía el revelado rápido y a través de una antena se enviaban las imágenes. Incluso llegaron a realizarse transmisiones de partidos de fútbol pero estas se llevaban a cabo con una única cámara por lo que la calidad de la emisión era muy diferente la que podemos disfrutar actualmente. Los juegos hicieron que las oficinas de correos experimentaran un aumento de telespectadores interesados en ver a través de la pequeña pantalla a los deportistas olímpicos. 

Finalizados los juegos, el interés por la televisión decayó, y en esto tenía algo que ver la escasez de recursos con los que contaban los responsables de este nuevo medio de comunicación. Por ejemplo solo disponían de un minúsculo estudio en el edificio de radio Berlín de unos dos metros cuadrados. El presentador debía aparecer en un primer plano con los rasgos acentuados por el maquillaje para aumentar el contraste. Al principio solo daba paso a reportajes o filmaciones

El tipo de programación no despertaba mucho el interés del público por lo que se comenzó a explorar la posibilidad de emitir programas en directo en el propio estudio. Para ello, era necesario contar con más medios y los responsables televisivos consiguieron un nuevo edificio de cinco plantas al que se trasladó la Deutscher Fernseh-Rundfunk. 

A pesar de este nuevo impulso al incipiente medio de comunicación, la realidad fue que los jerarcas nazis no lo apoyaron suficientemente. Se rumoreaba que el motivo era que el Ministro de Propaganda Joseph Goebbels estaba descontento por la imagen que ofrecía de él la pequeña pantalla. Que no le hacía justicia y prefería la radio o el cine. Este escaso apoyo sirvió para que los dirigentes nazis no se inmiscuyeran demasiado en el funcionamiento de la televisión germana y permaneció bastante ajeno a la manipulación ideológica ejercida por el Ministerio de Propaganda. De todos modos, la programación solía incluir informaciones sobre el congreso anual del partido o entrevistas con dirigentes nazis de segunda fila, así como reportajes en los que se insistía en la pureza racial y el odio a los judíos.

En 1938, la Deutscher Fernseh-Rundfunk comenzó a adaptarse a los gustos del público para ello se inició la emisión de programas de variedades en directo que eran los que tenían más aceptación. A principios de 1939 la televisión ya estaba preparada para dar el gran salto a los hogares. Si hasta entonces había que desplazarse a una oficina de correos para poder verla, aunque algunos dirigentes nazis tenían un aparato en su casa, la técnica permitía ya la fabricación en serie de televisores y a un coste asumible por una familia de clase media. Fue la empresa Telefunken la que recibió el encargo de sacar al mercado 10.000 receptores de TV.  El objetivo era promocionar su venta en Navidad para comenzar así la definitiva expansión de la televisión. Pero, el 1 de septiembre se vino abajo este ambicioso proyecto. Empezó la guerra y esto supuso la interrupción provisional de las emisiones. Durante cinco semanas no hubo programación de ningún tipo. En octubre se reanudaron las emisiones pero los planes de popularización del medio quedaron suspendidos, sine die.

El esfuerzo de guerra obligó a poner todos los medios a disposición de las necesidades bélicas. Por lo tanto, la factoría Telefunken se tuvo que dedicar sus cadenas de producción a fabricar aparatos electrónicos vitales para las fuerzas armadas. Aun así la televisión siguió emitiendo, hasta finales de 1944, los habituales programas de entretenimiento, pero evitando cualquier referencia a la guerra. Finalmente el interés de las autoridades disminuyó aún más y pronto se llegó a ver la televisión como un pasatiempo que consumía unos recursos que podían ser de más utilidad en la guerra.

Para saber más:
Proyecto Idis
Archivos de Historia
La Vanguardia
WW2 Freak
Mubi
World War Two Film Inspector


domingo, 25 de febrero de 2024

100º Grupo de Bombarderos, los amos del aire

Steven Spielberg y Tom Hanks han producido las magnificas series, convertidas en clásicos del cine bélico, "Band of Brothers" y "The Pacific". Recientemente llegó una tercera llamada "Masters of the Air" (Apple TV+), basada en un libro de Donald L. Miller, publicado en español por Desperta Ferro Ediciones.

100º Grupo de Bombarderos, los amos del aire
En la serie se cuenta la historia de los aviadores que formaban el 100º Grupo de Bombarderos, perteneciente a la 8ª Fuerza Aérea de EE. UU., que volaba en las Fortalezas Volantes B-17 y que fue conocida como el "Bloody Hundredth" (Centésimo Sangriento) por su elevado número de bajas.

La unidad nació el 1 de junio de 1942, en Orlando. El 27 de octubre de 1942, fueron transferidos a Boise, Idaho, aunque no fueron activados hasta finales de ese año, organizados en cuatro escuadrones, con 37 tripulaciones y diez hombres por aparato. Su primer mando fue el coronel Darr Alkire pero duró poco al ser reemplazado por el coronel Howard M. Turner, quien completó su entrenamiento. Justo un año antes del desembarco de Normandía, tomaron tierra en Podington, Inglaterra para después pasar a su base definitiva en Thorpe Abbotts. En julio el mando lo asume el coronel Neil B. "Chick" Harding. Aquí comienza la épica del 100.º Grupo de Bombarderos.

100º Grupo de Bombarderos, los amos del aire
La primera misión de combate del Centésimo sobre Alemania fue al poco de llegar a Gran Bretaña, el 25 de junio de 1943, sobre los astilleros de submarinos de Bremen. Esta misión resultó bastante positiva: sólo se perdieron tres aviones. Un par de meses más tarde, el 17 de agosto de 1943, bombardearon una fábrica de aviones con lo que se redujo de un modo sustancial la fabricación  de aparatos de combate alemanes. Aunque fue un éxito y obtuvieron su primera mención, perdieron nueve aparatos con sus tripulaciones. 
Las probabilidades de supervivencia de las tripulaciones de los bombarderos estadounidenses no llegaban al 30%, los que suponen unas 15 misiones. Más de 6.500 bombarderos se perdieron en el teatro de operaciones europeo, 23.805 aviadores muertos o desaparecidos en acción, 9.299 heridos y 26.064 capturados e internados en campos de prisioneros. 

100º Grupo de Bombarderos, los amos del aire
Después de atacar Bremen, el 8 de octubre, sólo 17 bombarderos estaban en condiciones de volar a Marienburgo, el día siguiente. Por suerte, no perdieron más aparatos, pero un día más tarde sobre Münster cayeron todos menos uno. En esta "semana negra" se ganaron su triste apodo. Reconstituido, en marzo de 1944 el grupo volvió al combate lanzando sus bombas contra las fábricas de aviones alemanas. Por ello ganaron una nueva distinción.

Justo un años después de su llegada a Inglaterra, participaron en las operaciones del Día D, atacando varios puentes e importantes posiciones del enemigo, con pocas bajas. Su última misión, la 306, llegó el 20 de abril de 1945 sobre Berlín sin ninguna baja. Cuando acabó la guerra, del "Bloody Hundredth" perdieron sus jóvenes vidas más de 750 hombres y otros 923 fueron hechos prisioneros de guerra.

Para saber más:
Fundación 100º grupo de bombardeo
Desperta Ferro
Hipertextual
El Español
National Geographic
Key Aero