El ‘Programa de cortos colombianos 2′ abordó infancias desplazadas emocionalmente; duelos que se procesan con homenajes sensoriales; un parto demente que no debería suceder como sucede, pero sucede (como la mayoría); una animación orgánica sobre identidad y cuerpos y una historia de “gomelas” que, en el marco de una bomba de negro recuerdo en 2003, toca la caída en la nueva pobreza y la tensión de la amistad adolescente.

El barranquillero cree que, antes que buenos cineastas, hay que ser buenas personas. Él logra combinar ambas en una producción fílmica que gana tracción con cada paso que da y que promete seguir evocando sensaciones. Este camino, que no ha sido corto, hasta ahora empieza, y no lo atraviesa solo. Ya ganó premio en Berlín, proyectó en FICCI, y seguirá de largo con varios proyectos que desde ya hay que tener en el radar. Primera de dos entregas.