lunes, 22 de agosto de 2011

La mudanza


En San Telmo, aquella tarde había un movimiento enloquecido…
Los camiones iban y venían, y …uno, en particular enorme, estaba situado frente a una vieja casona. Había una mudanza.
Si alguna vez en su vida se mudaron saben que la mudanza es un desorden desde el comienzo mismo: trastos, cajas, gente que va y que viene.
En la vereda estaba…sentada…las manos sobre el regazo…las zapatillas de lana…y la mirada perdida…Era la abuela de la casa.
Nadie sabe cuánto tiempo hacía que estaba ahí sentada; los changarines iban y venían y la abuela empieza a observar que pasaba su mesa, sus silla, sus muebles y …su niñez! Su adolescencia! Sus embarazos! Y las alegrías, también las tristezas…
Lo último que subieron los changarines fue a la abuela…hicieron una sillita sillita de oro con sus brazos y suavemente…las depositaron en el camión; arriba, entre todos los trastos estaba ella! sentada, con la mirada …como la mirada de las estatuas de la plaza que uno nunca sabe a donde miran, así, así en silencio.
Y el camión se fue, y la mudanza terminó. Y todo fue a parar a un depósito, estuvo ahí tres meses, abuela y todo; después la compañía de mudanzas tuvo que organizar un remate porque ni el Sr Benvenuto, ni sus hijos, ni sus sobrinos , nadie había puesto un solo peso para pagar los gastos, y no era porque no tuvieran plata, se olvidaban, así que llegado el invierno en San Telmo se organizó un remate.
Esta vez, los trastos fueron pasando de mano en mano. El rematador hábilmente encontraba un comprador para una mesa, un neceser, un cuadro antiguo, un juego de té y cuando la tarde iba terminando dijo: el último lote sras. y sres.! A ver quién se anima? UNA ABUELA, una abuela italiana de pura cepa, lo mejor que vino con la inmigración! A ver? Cuánto ofrecen? Vamos, ofrezcan! Va a adornar cualquier vereda! Sres. Por favor, piensen en el beneficio, solamente dos platos de sopa de mantenimiento, y borda, y teje, y cuenta cuentos, vamos vamos sres. Es una ganga!
Entre los presentes a nadie le interesaba una abuela, alguien por ahí preguntó: -tiene dientes de oro? Tiene alguna alhaja? –no, no, la verdad que no, pero, es italiana, amasa la pasta, aprovechen, aprovechen que está en oferta!
Entre el público presente había un señor con su hijo de cinco años, el chico empezó:- papá, quiero una abuela . - una abuela? Otro trasto, ya compramos bastantes cosas viejas!
-Papá por favor quiero una abuela, yo no tengo una abuela, y …necesito una abuela!
El chico insistía tanto que por unos pocos pesos la abuela fue a parar a su vereda, y ahí se la solía ver, las zapatillas de lana, las manos enfundadas en el regazo, pero esta vez se la escuchaba reir y hablar a borbotones, de sus labios resecos salían en un dialecto extraño, medio italiano y medio español, historias increíbles de amor, de river y boca, de la lluvia, del arco iris, hablaban todas las tardes y la abuela parecía renacer en cada una de ellas…
Así fue que pasado el tiempo, el chico fue creciendo y las charlas continuaron, los temas fueron cambiando, seguramente después la frecuencia cambió, cuando pasaron los años la abuela murió, pero les aseguro que nadie lloró tan amargamente como aquél hombre la pérdida del ser que más había amado en su vida, quien le había contado las historias más increíbles, ese ser que fue, una abuela comprada… una tarde de invierno… en un remate… en San Telmo.

Desconozco su autor
Desconocía , porque mi compañerita Norma Lugo me lo alcanzó,es: Pablo Cazau

2 comentarios:

  1. HOLA Alis!!!
    Qué emoción!!! publicaste el cuento de la Abuela!!! El autor es Pablo Cazau

    Un abrazo

    Norma Lugo

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