¿Qué es y para que sirve la publicidad?

En el mundo actual, allá donde decidamos ir, la publicidad está inmersa en nuestras vidas y prácticamente forma parte de ellas. En el cine, en la televisión, en la radio… Pero también en internet, en nuestros foros de debate favoritos, en las webs que consultamos habitualmente, en los periódicos deportivos online, en nuestras redes sociales favoritas… Y en nuestros teléfonos móviles cada vez más «inteligentes», nuestras videoconsolas y hasta el rincón más recóndito de tu casa y de tu vida al que puedan llegar las empresas y los publicistas. Pero a todo esto,

¿qué es y qué implica la publicidad?

Según Wikipedia, la publicidad es una forma de comunicación comercial que pretende incrementar el consumo de un determinado producto o servicio a través de los medios de comunicación y de técnicas de propaganda. A esta definición, quizás ligeramente obsoleta, le añadiríamos que tiene una intención fundamentalmente persuasiva con una doble vertiente en su pretensión de informar pero también de convencer. Además, no solo se limita a promover o incrementar el consumo de un producto o servicio determinados, sino que también puede ser utilizada para promover actitudes concretas, tanto saludables y responsables (respeto por el medio ambiente, conducción responsable, consumo de alcohol moderado…) como agresivas y/o perjudiciales desde el punto de visto ético-moral (asesinato, insurrecciones, apoyo a conflictos bélicos o políticas extremistas…).

I want you - Ejemplo de publicidad antigua

El lenguaje de la publicidad

Como todo proceso comunicativo, la publicidad tiene su propio lenguaje y sus formas de expresión más eficaces. Como hemos destacado anteriormente, no se trata de informar a una persona, a un público, sino de convencerle, de entrar a formar parte activa de su vida y promover o crear una determinada necesidad que desemboque en el consumo de un bien o servicio; o bien de modificar de algún modo su actitud ante un determinado acto, situación o acontecimiento, por lo que tiende a cumplir ciertas pautas bastante específicas:

  • Las imágenes, los textos, los colores utilizados… Todos los elementos gráficos tienden a llamar la atención rápidamente. Por supuesto, no pretendemos ser simplistas, no se limita a utilizar colores «chillones» o frases grandilocuentes, todo dependerá de la temática de lo que se pretende publicitar, y por supuesto del público al que va dirigido. ¿A que no anunciarías de la misma manera un club de moteros que una comedia romántica? Para anunciar un club de moteros, colores oscuros, música heavy metal y frases cortantes pueden resultar muy efectivas, mientras que elementos visuales más cálidos, música más alegre o relajada y la foto de atractivos actores bien cotizados son «el pan de cada día» para la gente que publicita películas de esta clase. Utilizar las técnicas de uno de los productos a promocionar en un campo que no es el suyo podría producir resultados catastróficos. Queda claro, ¿no? Pues seguimos.
  • El contenido en texto, que generalmente incluye un eslogan o una frase con gancho, debe ser fácilmente memorizable, ya sea por su sencillez o por su gran fuerza para impactar sobre el público al que va dirigido. En ocasiones ni siquiera es necesario el texto, empresas como Benetton o Coca-Cola, que invierten enormes sumas monetarias en sus campañas de publicidad, se caracterizan por realizar campañas de publicidad altamente efectivas, a menudo prescindiendo de texto -el elemento más «racional», por así decirlo, de un anuncio- para atacar directamente a las emociones. Y precisamente te hemos puesto estos dos ejemplos a conciencia, porque utilizan técnicas muy diferentes entre sí, pero seguro que en algún momento te has quedado con la boca abierta ante alguna de las muchas y muy polémicas campañas que nos ha regalado Benetton en los últimos años (especialmente durante la década de los noventa y la primera década del siglo XXI), y seguro también que tienes uno -si no varios- anuncios de Coca-Cola grabados en la mente y que prácticamente te han enamorado. Podrás extender la información y fijarte en las técnicas y eslogans que utiliza en la actualidad en la página oficial de la empresa para España, Coca-Cola Company.
  • Por último, y en referencia a todo lo anteriormente explicado, debemos tener en cuenta que la publicidad se mueve dentro de dos ámbitos, el objetivo y el subjetivo, también denominados contenido y expresión.

New Balance - campaña publicitaria moderna

  1. El contenido o ámbito objetivo de una campaña publicitaria es el mensaje que nos transmite en última instancia, o dicho de otra forma, la intencionalidad real que posee dicha campaña. Ojo: no confundir el ámbito objetivo con objetividad. Un anuncio de 20 minutos en la teletienda sobre una máquina de hacer abdominales que te promete poco menos que convertirte en culturista en 2 semanas tiene como contenido o ámbito objetivo el mensaje «compra mi producto para fortalecer y definir los abdominales», e incluso ciñéndonos de forma más estricta a lo que el contenido implica, «compra mi producto», pero eso no significa que efectivamente la máquina en cuestión vaya a tener efectividad ninguna, así que ya sabeis, aunque se os presente el mismísimo Hulk prometiendo que el cinturón Magnotruepower 8.000 le convirtió en lo que es ahora, no tireis el dinero 😉
  2. La expresión o ámbito subjetivo son todas aquellas técnicas, elementes visuales y sonoros que acompañan al contenido de la publicidad y que conforman, en una interpretación algo más abierta, lo que entendemos por publicidad y lo que ésta implica para la sociedad. Volviendo al ejemplo anterior, tenemos claro que el mensaje que quiere dar el publicista que contrató un espacio de 20 minutos en un canal de televisión local es que compres su producto, y para ello te incluye demostraciones, tentadoras ofertas de dudosa índole («Si llama ahora se llevará un segundo Magnotruepower 8.000 TOTALMENTE GRATIS. Sí, ha oído bien, TOTALMENTE GRATIS». ¿Te suena?) y toda una infraestructura pensada para influir sobre ti, una persona que nunca ha pensado en comprarse un cinturón de ejercitar abdominales -lo mismo ni sabías que existían- y te están creando o fomentando esa necesidad, eludiendo a tu responsibilidad como persona que se preocupa -o debería preocuparse- por su físico, o a tu amor propio, o a tus inseguridad, o a tus deseos de verte mejor, de sentirte más aceptado, de formar parte del hipotético grupo en el que no encajas (y nadie lo hace, ni siquiera los que instan a los demás a imitarles para formar parte de su grupo. Una vez dentro te das cuenta de que dicho grupo ni siquiera existe).

Vale, la última frase ha sonado bastante tremendista, pero es la verdad 🙂 Yo soy Ángel Blanco y esto es Economiteca, un ambicioso proyecto en el que pretendemos reunir la mayor biblioteca en español dedicada a la Economía. No te olvides de compartir el artículo en tus redes sociales favoritas, ¡crecemos gracias a ti!