|
1 de abril de 1965 Queridos
viejos:
Otra vez siento bajo mis talones el costillar de
Rocinante, vuelvo al camino con mi adarga al brazo.
Hace de esto casi diez años, les escribí otra
carta de despedida. Según recuerdo, me lamentaba de no ser mejor soldado y mejor médico;
lo segundo ya no me interesa, soldado no soy tan malo.
Nada ha cambiado en esencia, salvo que soy mucho
más conciente, mi marxismo está enraizado y depurado. Creo en la lucha armada como
única solución para los pueblos que luchan por liberarse y soy consecuente con mis
creencias. Muchos me dirán aventurero, y lo soy, sólo que de un tipo diferente y de los
que ponen el pellejo para demostrar sus verdades.
Puede ser que ésta sea la definitiva. No lo
busco pero está dentro del cálculo lógico de probabilidades. Si es así, va un último
abrazo.
Los he querido mucho, sólo que no he sabido
expresar mi cariño, soy extremadamente rígido en mis acciones y creo que a veces no me
entendieron. No era fácil entenderme, por otra parte, créanme, solamente, hoy. Ahora,
una voluntad que he pulido con delectación de artista, sostendrá una piernas fláccidas
y unos pulmones cansados. Lo haré.
Acuérdense de vez en cuando de este pequeño
condotieri del siglo XX. Un beso a Celia, a Roberto, Juan Martín y Patotín, a Beatriz, a
todos. Un gran abrazo de hijo pródigo y recalcitrante para ustedes.
Ernesto |
|
HOJE, LEMBRANDO DE TI,
NASCEU-ME, COMO NOS TANGOS,
UMA MELANCÓLICA NECESSIDADE DE SAUDADE..
O ESSENCIAL É QUE EU
ME SINTO DE TANGO,
OU SEJA, UM POUCO ARGENTINO.
(Carta a sua mãe, junho 1955)
|
|
|
A mis hijos Queridos
Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto:
Si alguna vez tienen que leer esta carta, será
porque yo no esté entre Uds.
Casi no se acordarán de mi y los más chiquitos no recordarán nada.
Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus
convicciones.
Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica
que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la revolución es lo importante y que
cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo
más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del
mundo.
Es la cualidad más linda de un revolucionario.
Hasta siempre hijitos, espero verlos todavía. Un beso grandote y un gran abrazo de
Papá |