"Oh profeta, o diablo, dije. Por ese ancho y combo velo de safir que nos cobija, por el mismo Dios del cielo a quien ambos adoramos, dile a esta alma dolorida, presa infausta de pesar, si jamás en otra vida la doncella arrobadora a mi seno he de estrechar, la alma virgen a quien llaman los arcángeles Leonor, Dijo El Cuervo: "¡nunca más!"