miércoles, 24 de octubre de 2007

¿Necesitamos juicios orales en México?

Los juicios están regulados por normas según su materia: hay juicios civiles, penales y administrativos (o fiscales) principalmente y de competencia estatal y federal. Si multiplicamos el número de estados (32 incluyendo al D.F.), más la Federación, por las tres grandes materias, el resultado es 99 normas procesales diferentes, sin contar con los muchos procedimientos llevados “en forma de juicio” por autoridades no judiciales como las contralorías.

Nos perdemos en el procedimiento. Casi cualquier paso adelante en un juicio necesita 1) Que una de las partes pida algo por escrito 2) Que el tribunal lo autorice o niegue 3) Que se ejecute. Para que una persona pueda simplemente consultar un expediente, el trámite puede durar hasta una semana.

Es frecuente que, después de un largo papeleo, el Ministerio Público decida no enviar un expediente al Juzgado por algún motivo que estaba presente desde el inicio de su averiguación. Muchos papeles, pocos resultados.

Entre los abogados de México y de casi todo el mundo, predomina la idea de que abundar siempre es preferible. Hay demandas, citatorios y sentencias que rebasan las mil páginas. ¡Un solo documento de más de mil páginas! (¿copiar-pegar?)

Si aleatoriamente tomamos diez expedientes de diferentes juzgados mexicanos, el común denominador será la reiteración: el mismo dato, el mismo documento y la misma idea aparecen una y otra vez.

Si el objetivo de un juicio es la decisión (sentencia) del juez sobre una controversia, después de analizar lo propuesto por las partes, ¿cuál es el sentido de oscurecer y retardar ese análisis con papeleo innecesario?

Los documentos que son pruebas, como los contratos, además de los que registran lo que sucede en un juicio (actas), entre otros, son imprescindibles. Hay muchas razones para que aún los juicios orales tengan un expediente, lo que no es razonable es contaminar el análisis con procedimientos y papeles excesivos.

Necesitamos juicios orales, no hay duda. También necesitamos evolucionar en nuestra visión como abogados, dejar de trabajar para el procedimiento. Al simplificar el procedimiento, veremos más claro que el objetivo no es ese gran expediente que llegaremos a formar después de mucho tiempo, el objetivo es la justicia.

En Nuevo León un divorcio tardaba en resolverse de 6 a 8 meses y ahora se resuelve en 12 días gracias a los juicios orales. Hay datos alentadores en los aún pocos estados que ya empezaron.

El enorme cambio cultural que viene, idealmente debe incluir otras ideas para que realmente nos lleven a una mucho mejor impartición de justicia:

Simplificar y en lo posible homologar los procedimientos.

Que los procedimientos siempre incluyan filtros que permitan soluciones alternativas como la conciliación.

Que los abogados escribamos y hablemos menos, que nos enfoquemos en los resultados.

Procedimientos claros para los ciudadanos. Que puedan conocer la estructura básica del juicio y tener una expectativa real sobre el tiempo que tomará.


¡Apoya los juicios orales!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, muy interesante el post, felicitaciones desde Panama!

Anónimo dijo...

Interesante post, estoy de acuerdo contigo aunque no al 100%:)