Se
encontraba mirando hacia el suelo del pasillo que tantas
veces había recorrido en triciclo de pequeño.
La atmósfera era calma y, por la luz, parecía
caer la tarde. Se preguntaba si estarían sus padres
en la casa. Trató de alzar la vista, pero sus ojos
no le respondían; simplemente, se hallaba flotando
en un espacio sin tiempo donde reinaba un abrumador silencio.
Llamó a sus padres sin obtener respuesta. Intentó
moverse y llegar al comedor, o a la salita, pero fueran
cuales fueran las características del cuerpo que
habitaba, éste no se sometía a sus deseos.
De pronto, creyó percibir el llanto acallado de
un anciano que lloraba desde lo más profundo. Y,
sin saber cómo, se encontró frente a sí
en el reducido dormitorio que había ocupado cuando
niño, llorando en el ocaso de su vida la pérdida
de todos los seres que había amado. |