miércoles, 6 de noviembre de 2013

¿Por qué es Cultura la Tauromaquia?


La Tauromaquia hoy ha sido declarada como Patrimonio Cultural e Histórico del pueblo español. Esta declaración pone entonces los focos de la controversia en determinar si la tauromaquia puede ser cultura o no. Quienes niegan que el toreo pueda tener esta categoría, se empeñan en ver a la cultura como un refinamiento de formas, incluso como una manifestación de civilidad, definición plausiblemente correcta pero que al mismo tiempo niega la naturaleza profunda de la Cultura. En primera medida, lo que hay que aclarar es la semántica: el toreo no es cultura, es una cultura, matiz que pone en una órbita precisa el debate.

El problema con la cultura así es su definición, que compete a la ciencia social que la estudia: la antropología. Que la Cultura tenga una ciencia social que estudia su naturaleza, supone que la antitauromaquia se basa en ella para negar el carácter cultural de la tauromaquia. Sin embargo, como se ha anotado, las críticas antitaurinas se centran más bien en rimas con la palabra tortura (privilegiando el escolástico pensamiento musical, desechado por la lógica hace medio milenio), y en negar de facto cualquier atisbo de proyecto civilizador en el toreo. Visto de otro modo, las refutaciones antitaurinas sobre la Cultura y el toreo no incurren en determinismos, ni en consideraciones antropológicas, por lo que esta renuncia a la ciencia social debe interpretarse como una verdadera ausencia de razón: nunca han desligitimado el carácter cultural de las corridas de toros, y confunden las críticas éticas con las críticas de ciencia social.

A los efectos de nuestra reflexión, cabe precisar antes que nada que el toreo es un ritual sacrificial, naturaleza apenas evidente en el acto que se abre con un despeje simbólico, se llena de protocolos ceremoniales también simbólicos (brindis, cambios de tercios, ceremonias de alternativas, de corte de coletas) y culmina con el antiquísimo sacrificio ritual del Toro, que en las claves de la cultura taurina es tenido como una entidad numinosa o casi sagrada (de ahí las disputas entre torismo y torerismo que han signado la historia del toreo). Como ritual, el toreo entonces se erige como un entramado simbólico que se apoya en ciertos principios rituales que versan sobre la bravura digna del toro, el intento de sacrificio simbólico del hombre que se defiende de la muerte con un trozo de tela, conocido como toreo, y finalmente con los significantes de la muerte ritual. El toreo ha sido estudiado como ritual sacrificial desde la escuela antropológica de Cambridge, ante todo con el invaluable aporte del profesor Julian Pitt-Rivers, por lo que se sugiere la lectura de este, sobre todo en su escrito El sacrificio del toro,  para entender que el toreo es un ritual sacrificial. Destacar el carácter ritual del toreo  nos recuerda que todo ritual es cultura. En ese sentido, el reconocido antropólogo Clifford Geertz, aboga por «una concepción coherente de la Cultura, definida como un dominio de comunicación simbólica». El hombre es así un « artefacto cultural» sometido a la práctica de convertir todos sus actos relevantes y fundamentales en símbolos y sistemas, pues su significado y su comprensión nos distinguen de los animales, y por tanto representan un avance civilizador. El toreo es eso.





Otra determinación fundamental de la definición cultural es entenderla más allá del entramado simbólico y ritual. La Cultura entonces se entiende como un sistema que compromete la forma de ser de un pueblo o un grupo humano: sus costumbres, rituales, lengua, tradiciones, artes vivas, su conocimiento sobre la naturaleza y su forma de transmitir estos saberes ancestrales de una generación a otra. Tal definición encuadra en todos los protocolos de la UNESCO sobre Cultura, esto es, una expresión inmaterial única y original que define la manera de ser de un grupo humano. La tauromaquia, cuando fue declarada como Patrimonio Cultural Inmaterial del pueblo de Francia, demostró que podía satisfacer de manera cabal los 5 protocolos de la UNESCO sobre la determinación de una Cultura. Los taurinos somos una minoría cultural que tiene sus propios rituales (el toreo), artes vivas (confección de traje de luces, de instrumentos para torear), metalenguaje (la caló taurina), modos de vestir (la inconfundible vestimenta de un taurino), gastronomía (viandas y bebidas únicas derivadas de las corridas y consumidas en ellas), saberes ancestrales de la naturaleza  (la cría artesanal del toro bravo) y un programa social de transmisión endógena de todo este acervo cultural (escuelas taurinas, tradición taurina familiar, biliotecología taurina). Lo anterior logra unificarse en una visión del mundo, una forma de ser a la que corresponden sus expresiones, estéticas y éticas particulares; asimismo logra conformar un grupo y una identidad que por su fuerza perdura a través de los siglos. En el caso del toreo, la cultura ha perdurado a través de milenios (a la luz de nuevas evidencias historiográficas sobre el culto al toro y su enfrentamiento con el hombre); su manera de perdurar a través de épocas, reyes, papados, dictaduras y déspotas, desempeña una demostración más del carácter cultural e identitario de los pueblos a través del toreo. En este punto, nadie puede tener problemas para aceptar que el toreo es un sistema cultural minoritario,  recluido por una cultura hegemónica y anglosajona hacia la exclusión en nombre de una ética animalista mal entendida y peor practicada, que obvia a la ligera las implicaciones culturales, sociales, económicas, políticas y ante todo culturales de la tauromaquia. En tal sentido, la cultura taurina y el culto al toro merecen protección oficial de acuerdo al Convenio de París de la UNESCO.

                     
El toreo from Por Siempre Toreo on Vimeo.

Por último, otra determinación de la Cultura la entiende como un hecho biológico. Desde los estudios en primatología, en especial los de Jordi Pi Sabater, se ha demostrado que los homínidos superiores tienen un fuerte determinismo biológico a erigir sistemas simbólicos, rituales y prácticas que pueden constituirse en Cultura. También los simios tienen rituales de muerte para estratificar sus protosociedades. Entonces se plantea la distinción y la capacidad de los homínidos superiores para desarrollar entramados rituales« Los juegos simbólicos desarrollados por simios, crecen en medios humanizados» (Véase el estudio Cognitive implications of linguistic learnig in apes), lo que demuestra que el ritual puede considerarse como un hecho natural, no de exclusiva perversidad moral humana, como de hecho quiere sugerir el único antropólogo que ha cuestionado al toreo. Así, el carácter civilizador debe ser condición esencial cuando una cultura se erige como tal, pues los simios superiores con rituales son considerados como formas biológicamente más sustentables y organizadas (en términos evolutivos) que aquellos simios sin rituales ni juegos simbólicos.

La tauromaquia entonces es un sistema cultural que satisface los protocolos de ciencia social y de la UNESCO, por cuanto es al mismo tiempo un ritual de expresión inmaterial antiquísimo, y un sistema desprendido del ritual, pues gira en torno a él, y se desarrolla para fundir identidad a un grupo humano específico: los taurinos. No puede compararse con lastres como la ablación, por cuanto la ablación no es una cultura, y por cuanto el toreo no viola derechos humanos. Lo mismo cabe sobre los rituales sacrificiales de seres humanos practicados en culturas como las mesoamericanas hace algunos siglos: hoy se excluyen de cualquier posibilidad de protección y están prohibidos, no en función de su invalidez cultural, sino porque violan derechos humanos. El toreo no viola ningún derecho humano consignado en el Derecho Internacional Humanitaro. De ahí que toda comparación resulte improcedente; considérese por ejemplo, desde el momento en que la UNESCO ha declarado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad al ritual sacrificial del Sanké mon, donde mueren miles de peces, y algunos gallos y cabras, todo en en una sola tarde en medio de rituales ancestrales. Lo mismo para la Cetrería, antiquísimo arte donde un animal caza a otro, y donde la muerte del animal cazado por el ave de rapiña no es óbice para que se nieguen el carácter cultural de esta práctica milenaria, hoy blindada y protegida como PCI por la UNESCO.

Para un mayor estudio de la naturaleza cultural del toreo, tema siempre infatigable y con muchas aristas, propongo la siguiente lectura emanada de Taurología:












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En el año 1988 Maníli abría la puerta grande de Las Ventas de Madrid en la corrida de Miura. También nacía yo. Amante de la tauromaquia, el cine, la literatura y el rock. Sigo con obstinada fe la certera evidencia de la frase de Lorca: "Creo que los Toros es la Fiesta más culta que hay en el mundo".