martes, 21 de agosto de 2012

Cómo se explica el amor.


Como la vez que perdiste la cordura entre mis brazos
y la encontraste en los trazos de tus dedos sobre mi boca.
O cuando perdí el tiempo contigo
porque lo dejé olvidado en el bolsillo.

Ola vez que ideaste plantar la luna en un papel,
echando raíces en la tinta de las lágrimas.
Y cuando encendiste el silencio, con un solo beso
que iluminaba el punto del murmullo de las palabras.

Ola vez que el mar se asomó en la orilla de tu arena
para confirmar tus huellas y decirte con sus pasos
que el tiempo nunca camina cansado.

Que si el sol no baja, es porque nunca antes se le ofreció una escalera.
Y porque cuelga en mi ventana si la mañana se alarga, 
sin esconder mis pestañas.

Que si el río suena es porque lloró a carcajadas,
por que la lengua no para, para seguir dando las gracias.
Y si la lluvia se pone sus moños es para verse más guapa,
con sus atuendos de agua y sus zapatos de viento.

Que si la noche se calla, es por presumir el canto de las cigarras,
para que la tierra escuche, cómo cantan sus entrañas.
O que si el mar no avisa cuando pellizca tus mejillas,
es para robar la espuma que pende de tus pupilas.

Y si el cielo es azul, es porque azul es mi color,
porque el mar lo imitó para parecerse a mí.
Que no hay luna de queso, que ésta vive en el sombrero
de algún mago despistado que la pilló con el conejo.

Que no hay luz sin mañana, ni llanto que no nace en las entrañas,
que si tu voz me amonesta, ella misma muerde su lengua.
Que eres incapaz de quitarme el sol mientras despierto,
que jamás das palabras al viento. Que las tuyas se quedan
entre mi oído y el siento.

Que el amor es predecible, pero impredecible sus lágrimas
que te agotan mientras sacan, los pedazos de tu alma.
Que no hay luna sin su noche, ni eres tú sin mi derroche
y las bocas no nos queman, nos incendian sus palabras
y el dolo con que se visten al compás de las falacias.

Que el beso nace y no se roba, que lo que se roba es el alma
que se escapa en un suspiro cuando los labios se marchan.
Que no hay dicho sin te lo dije, ni hay piedras sin camino,
que esto que llaman destino, está en la palma de tu mano.

Que no dolemos igual con indiferencia puesta, 
que en el circo del hambre, las envidias son fiesta.
Que los rostros que sonríen con la cámara expuesta,
son los falsos que te clavan el puñal a la vuelta.

Que un hombre no te ama menos, porque no se encuentre a tu lado,
porque el amor es una liga que se extiende hasta encontrarnos.
que el que toma de tu mano con el frío que demuestra, es para apagar 
el fuego que a tu piel va quemando.

Silvia Carbonell L.


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