A fines del año pasado el viceministro de Salud de la Nación, Eduardo Bustos Villar, ratificó que a partir del 10 de diciembre comenzó a regir en su totalidad el cambio en el Código Alimentario que prohíbe las grasas trans en los alimentos industrializados.
La propuesta es que Argentina sea un país libre de grasas trans, una muy buena noticia para la salud cardiovascular. El cambio en el Código Alimentario Argentino insta a la industria de alimentos a no fabricar ni comercializar productos que contengan grasas trans.
Esta decisión acompaña la implementación del Plan Nacional Argentina Saludable enfocado en combatir la creciente epidemia de enfermedades crónicas no transmisibles, que tiene como prioridad prevenir los trastornos alimentarios, el sobrepeso y la obesidad, para lo cual ya se han hecho tres Encuestas Nacionales de Factores de Riesgo.
Al ser Argentina un país netamente agroexportador, tiene históricamente suficiente disponibilidad de alimentos por lo tanto, desde esa perspectiva, las políticas públicas orientadas a mejorar el empleo, el ingreso y su distribución en la población tienen un impacto importante en la nutrición y seguridad alimentaria.
El estado nutricional de la población es la consecuencia de diferentes aspectos multidimensionales, entre los que se incluyen el acceso a alimentos en cantidad y calidad y su selección individual.
Si el Estado promueve la formación de estilos de vida y hábitos alimentarios saludables en la población en forma directa o a través de agentes de salud u otros actores de la sociedad, es probable que la selección de los mismos por parte de la población sea la adecuada.
Se insta a los responsables de las políticas públicas socio-sanitarias de los países miembros de las Naciones Unidas, a actuar al más alto nivel con creatividad e innovación, y promover intersectorialmente con otros ministerios, áreas o sectores en formulación de estrategias, políticas, planes y/o programas para el logro de una mayor equidad nutricional y de seguridad alimentaria.