jueves, 21 de abril de 2011

El Códice Dresden ( Codex Dresdensis)


Los Mayas registraron noticias, hechos históricos, crónicas, sus conocimientos sobre astronomía, medicina, y en general de su arte en los Códices, que eran sus libros sagrados.
los encargados de escribir estos eran  
ah ts'ib: escribas, o ah woh: pintores. Fabricaron sus códices usando una corteza vegetal: el amate, y se sabe que también utilizaron la piel de venado especialmente tratada. Formaban largas tiras dobladas como biombo y las recubrían con una fina capa de estuco, sobre la que dibujaban, y esto les permitía hacer correcciones aplicando el color blanco a manera de goma de borrar para continuar pintando sus jeroglíficos.
Los códices tenían un orden: cada página estaba perfectamente dividida en secciones de glifos, numerales y figuras. El colorido de los códices es notable, y destaca el uso del rojo, el negro y el azul maya.

La mayor parte de los códices mayas fue destruida durante la Colonia. Han sobrevivido hasta nuestros días únicamente tres códices que han recibido el nombre de la ciudad en donde se encuentran: Dresde (Alemania), París (o Peresiano) y Madrid (o Trocortesiano).


El Códice Dresde ( en alemán Codex Dresdensis o Dresdner Kodex) se encuentra en la ciudad de Dresden y es tal vez del que se tiene más información. Trata de astronomía, religión y diversas ciencias y artes. Cabe destacar que cuenta con tablas astronómicas y calendáricas muy precisas, tanto del ciclo del planeta Venus como de los eclipses, y formula augurios sobre diferentes hechos y situaciones ligadas a la cosmogonía maya. De los tres códices, el de Dresde es el más pequeño; cada una de sus 39 páginas mide 20 cm de largo por 9 cm de ancho. Desplegado, tiene una longitud de 3.51 m y está dividido en secciones por medio de líneas rojas que señalan el principio y el fin de los capítulos, o que introducen un cambio de tema. Sus glifos son de colores rojo, azul, amarillo, sepia, negro y verde Fue encontrado en Viena en el siglo XVIII: había sido llevado en el siglo XVI, desde Guatemala, como parte de los presentes que se ofrecieron a Carlos I de España, Emperador de Alemania. Fue hasta 1810 que Alejandro de Humboldt lo dio a conocer al mundo.

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