EDITORIAL

Apreciables lectores: Coincidirán conmigo en cuanto a que el advenimiento de UN NUEVO GOBIERNO ESTATAL es sin duda el principal acontecimiento en estos días, y evidente motivo de esperanza para todos los nayaritas que desde hace muchos años anhelamos que nuestra entidad se desarrolle económicamente y con ello, se convierta en TIERRA DE OPORTUNIDADES para evitar que nuestros hijos sigan viéndose obligados a emigrar hacia otros lugares para subsistir y/o labrarse un buen futuro. Así pues, este 19 de septiembre es muy significativo en virtud de que se da inicio a la posibilidad de cumplimiento del pacto que reciente- mente se estableció entre UN POLÍTICO NAYARITA MADURO, SERIO Y DE AMPLIA EXPERIENCIA EN LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA; y una sociedad que lo hace su gobernante confiando alma adentro en su promesa de que gobernará en congruencia con los postulados de la CUARTA TRANSFORMACIÓN, ROMPERÁ ESQUEMAS ATÁVICOS Y SE ESFORZARÁ POR DESPERTAR AL PODEROSO GIGANTE DORMIDO que por sus riquezas naturales y la valía de sus habitantes es Nayarit. El reto es de grandes dimensiones, y no habrá tiempo para titubeos ni flaquezas durante este próximo sexenio que podría ser EL PARTEAGUAS HISTÓRICO que marcaría el antes y el después que hemos venido esperando. Hay un nuevo liderazgo en nuestra entidad decidido a marcar la diferencia; y una ciudadanía dispuesta a seguirlo con lealtad mientras se mantenga firme rumbo a los propósitos planteados. Para el caso, la eficiencia, la honestidad, los resultados, el compromi- so de servir, y en suma, la lealtad al ambicioso proyecto de “DESPER- TAR A NAYARIT”; deben ser los indicadores fundamentales con que se mida el desempeño de LOS NUEVOS FUNCIONARIOS DE LA ADMINISTRACIÓN “NAVARRISTA”; y única justificación para que permanezcan en el mismo. ¡Demos la bienvenida al nuevo sexenio que inicia! Los saludo cordialmente.

Los límites del clientelismo

Los límites del clientelismo

De las 12 elecciones en disputa para gobernador, seis tuvieron alternancia. La misma proporción que en 2009 (el año pasado fueron tres de seis). Otras tres (Hidalgo, Durango y Veracruz) fueron mucho más competidas de lo que se esperaba. La mayor parte de las mediciones preelectorales sobrestimaron al PRI (aunque hubo casos en los que se quedaron cortas, como en Chihuahua, Zacatecas o Tamaulipas). El resultado fue mucho más mixto de lo que se esperaba y con una dominancia priista mucho menor, como ya lo había sugerido el antecedente reciente de Yucatán. Tal vez la lección más importante sea que el 4 de julio del 2010 acudieron a las urnas electores más independientes de lo que se esperaba, y que cada una de las elecciones respondió a sus propios estímulos y patrones de conducta. Se podría hablar de 14 historias distintas o 12 elecciones de gobernador, que, sin embargo, permiten buscar patrones comunes en el elector.

Estos sorpresivos resultados cuestionan algunos de los supuestos con los que contábamos para explicar estas elecciones locales. El primero y más importante por su consecuencia es el del clientelismo. Si la tasa de cambio de partido en el gobierno es de 50 por ciento, por lo menos en el agregado y en términos numéricos, significa que se tiene la misma probabilidad de permanecer el partido en el gobierno o de perder la elección. Más que de un indicador de equidad en la contienda, se trata de un signo que da cuenta de la autonomía del electorado mexicano, y tal vez de su sofisticación.

La cooptación de voto que se asumía que los gobiernos locales tendrían sobre sus electorados resultó, por lo menos, insuficiente para garantizar el triunfo electoral. Es decir, el clientelismo que tanto se temía resultó poco eficaz. Las variables que resultan relevantes para explicar la elección de encuestas preelectorales y exit polls así lo señalan.

Un primer indicador que valida este argumento es que los candidatos que ganaron son los que contaban con mejor imagen dentro del electorado. Si lo revisamos en los estados de alternancia, el argumento se prueba en todos los casos sin importar partidos. En Aguascalientes la imagen de Carlos Lozano era mejor que la de Martín Orozco (aunque fuese por un margen estrecho). En Oaxaca Gabino Cué estaba casi 20 puntos por arriba de Eviel Pérez; en este caso el nivel de conocimiento del candidato de la Coalición por la Transformación de Oaxaca antes de su nominación era de 14 puntos, y llegó casi a 90.