lunes, 7 de marzo de 2011

Orígenes de la máquina de escribir y el nacimiento de Qwerty



Foto de la Sholes & Glidden de 1874.
La historia de la máquina de escribir nace con los buenos deseos de ayudar a los ciegos; deseos que curiosamente aparecieron en tiempos de Valentín Haüy. Claro, no todos los inventores tenían tan noble objetivo, pero sí gran cantidad de ellos como, por ejemplo Pellegrino Turri, que en 1808 creó una máquina para su amiga, ciega de nacimiento, la condesa Carolina Fantoni da Fivizzo. Tristemente, ninguna de estas máquinas ha sobrevivido, así que el honor de ser la primera se le suele atribuir a la creación de William Austin Burt. Esta data de 1829 y es la primera máquina de la que hay registros fidedignos de que llegó a ser más que una patente.


Replica del tipógrafo de Burt. El original se perdió en un incendio.

El tipógrafo, que es como Burt nombró a su invento, consistía en una caja de madera en cuya parte superior había una barra móvil que podía desplazarse sobre una región semicircular y en la cual se encontraban los caracteres. Elegida la letra, se colocaba la barra sobre él y se la presionaba para inprimirla. El reloj de la parte frontal no es tal, sino un sistema de interlineado. Como debe estar pensando, querido lector, este método era bastante más lento que escribir a mano. El mundo, es decir, el mercado no se interesó en el tipógrafo y, eventualmente, Burt se cansó de él y vendió la patente. Sus compradores nunca supieron qué hacer con ella.

El rafígrafo de Foucault, en el Museo Valentín Haüy.
En 1841, como mencioné en mi entrada anterior, Louis Braille y Françoise-Pierre Foucault, ambos ciegos, inventaron el rafígrafo, un máquina que permitía escribir en Braille.

Mitterhofer Nr. 1 - 1864
Hasta aquí sólo he mencionado dos, las más importantes en mi opinión, pero en realidad se crearon una gran cantidad de máquinas; una más peculiar que la otra, pero todas ineficientes en materia de velocidad. Todas hasta 1865, cuando el reverendo Rasmus Malling Hansen crea su extraña bola de escribir: la primera máquina en ser más veloz que el lápiz y el papel. Pese a esto, jamás logro ser un éxito comercial.  

Bola de escribir de Malling Hansen - 1867.
Christopher L. Sholes, empleado de un pequeño diario, tenía por hobby arreglar y modificar todo tipo de máquinas y aparatos. Un día él y su amigo Samuel W. Soule tuvieron la idea de diseñar una máquina para numerar hojas, tickets y demás. Y, cuando se la mostraron al inventor amateur Charles Glidden, este les preguntó si la máquina podría imprimir letras y palabras también. Sholes y Soule se miraron las caras y, junto a Glidden, quien sería el principal soporte económico, se pusieron manos a la obra. La máquina resultante fue descrita por un artículo de The Scientific American como “literally a piano”. No se podía ver lo que se escribía, era lenta, las teclas eran blancas y negras como en un piano y tenían la siguiente distribución:
3 5 7 9 N O P Q R S T U V W X Y Z
2 4 6 8 . A B C D E F G H I J K L M
No había 0 ni 1, pues se usaba la o y la l respectivamente. El trío sacó la patente en 1868 y se puso a escribir cartas con su creación para que algún interesado se lo compre. Así conocieron a James Densmore, quien les dice que así como estaba, la máquina era inservible. A Soul y Glidden esto no les agrado mucho y abandonaron el proyecto, dejando solos a Sholes y Densmore. Pero pese a su comentarios, Densmore era muy optimista: instó siempre a Sholes a trabajar y puso el dinero para ello.

Sholes y Densmore, respectivamente.

El dúo buscó un par de estenógrafos (aquellos que escriben tan rápido como se habla utilizando taquigrafías) para experimentar y comenzaron a rediseñar la máquina. Tras cinco años de diseñar y rediseñar, y cuando su sistema era más veloz que escribir a mano, Sholes decidió que un mecánico experto examinara el resultado. Este mecánico, George W. N. Yost, luego de hacer unos pequeños cambios, los vinculó con E. Remington & Sons, la famosa fabricante de armas que en ese entonces era conocida por sus máquinas de cocer y herramientas para granjas. La compañía se interesó en la máquina y Sholes le vendió su parte de la patente por $ 12.000 de la época. Densmore seguía siendo optimista con la máquina, así que no acepto la oferta de vender su parte. Esta decisión más tarde le hizo ganar $ 1.500.000.

Sistema de tipeo de la máquina de Sholes. La impresión se realizaba en la parte inferior del rodillo en lugar de hacerse en la frontal como en las máquinas modernas, y es por eso que no podía verse lo que se escribía: el papel estaba debajo del rodillo.
Sin embargo, Sholes continuó trabajando en su creación, pues tenía muchos problemas y él lo sabía: no se podía ver lo que se escribía y, al escribir muy rápido ciertas combinaciones de teclas, las varillas tendían a chocar y a atascarse (a lo que en inglés se llamó jamming). Lo peor es que no te dabas cuenta de esto hasta que sacabas el papel de la máquina y veías que a tus palabras le faltaban varias letras ¡qué terriblemente molesto debía de ser!

Primera máquina de escribir japonesa. Se nombró No 1 y data de 1915. Tiene más de 2000 teclas y se conserva una en el museo de la ciencia de Ueno.
Sin permanecer ocioso, y por sugerencia de Densmore, Sholes se dedicó a estudiar la escritura inglesa. Quería saber cuáles eran las combinaciones de letras más comunes y, con este dato, creó un teclado donde la mayoría de las palabras se escriben alternando la parte derecha del teclado con la izquierda: había nacido QWERTY, el teclado que, casi con total seguridad, estás utilizando. De esta manera se podía escribir rápido y se evitaba el jamming. El mito afirma que el objetivo de QWERTY era, en realidad, ralentizar la escritura, pero no: que el teclado no haya sido diseñado para obtener la máxima velocidad de tipeo posible no implica que la lentitud haya sido su meta; esta fue el escribir lo más rápido posible sin atasques ni amontonamientos.

Teclado QWERTY. Los dedos índice se colocan sobre las teclas F y J, las cuales están marcadas. Como se ve en la imagen, cada de se encarga de una columna distinta del teclado.
Si bien QWERTY no solucionó del todo el problema, se trató de una mejora realmente notable. El otro asunto, el de la escritura visible, era un tema más difícil. En el diseño de Sholes, y en el de las mayoría de las máquinas, los caracteres se imprimían golpeando contra la parte inferior del rodillo en lugar de contra la parte frontal como en las máquinas modernas: el papel se colocaba debajo del rodillo. Esto se hacía así para aprovechar la gravedad y asegurar que las teclas volviesen adecuadamente a su lugar tras soltarlas. ¡Hubo que esperar hasta 1895 para poder ver el papel! Pero en fin, lo importante es que como ya no se producía jamming, Remignton & Sons lanza al mercado, en 1874, la Remignton No 1, también conocida como la "Sholes & Glidden". Fue un fracaso.

Pintura de la Sholes & Glidden de 1874. Imagen de www.todocolección.net.
Cuatro años después la Remington No 2 traería el éxito y el dinero a una compañía al borde la quiebra. La gran mejora de esta máquina fue la tecla shift, la cual movía el carro de las varillas para alternar entre minúsculas y mayúsculas. También prescindía del pedal gracias a la incorporación de una palanca que se encargaba del interlineado, también obra de Sholes. El éxito de la "No 2" fue tal que la competencia pronto abandonó sus máquinas y se dedicó a mejorar la obra de Sholes y, por supuesto, cambió sus teclados a QWERTY.

Uno de los primeros modelos de la Remington No 2.
Dado que QWERTY tiene ya 138 años, no es de extrañar que hoy en día haya miles de alternativas mejores, más cómodas y rápidas de aprender. (Las velocidades máximas de tipeo parecen depender más que nada de cuestiones anatómicas, pero no todos los teclados se aprenden en el mismo tiempo ni son igual de cómodos). Sin embargo cambiar de teclado, como por ejemplo a DVORAK, la alternativa más popular y la que estoy utilizando desde hace unas semanas (y que me gusta bastante), implicaría reducir la productividad por un par de meses para obtener como resultado casi la misma productividad que antes. En un mundo capitalista este cambio no tiene sentido. Esta es una historia popular entre los economistas, cuya moraleja es que una estandarización prematura en medio de un mercado inmaduro puede producirnos a los usuarios unas cuantas incomodidades.

Teclado DVORAK, patentado en 1936. Las manos quedan quitas casi del todo, por lo que resulta más cómodo y menos cansino que QWERTY.
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