18 septiembre, 2011

El “capo de capos”, Miguel Ángel Félix Gallardo, se consume en prisión

El otrora considerado “capo de capos”, Miguel Ángel Félix Gallardo, enfrenta la más penosa situación dentro del penal del Altiplano. A 22 años de su aprehensión, el patriarca del narcotráfico en México camina casi a tientas porque ya casi no ve ni oye; parece asemejarse más en estos días a un abuelo aquejado por cataratas, sordera, hernia y úlceras, según revelan en una carta sus familiares, mismas que fue divulgada el martes a través de varios medios de comunicación.


La esposa y los hijos del capo de las drogas Miguel Ángel Félix Gallardo, conocido en el mundo del narcotráfico como “El Padrino” señalaron en una carta abierta, dirigida al secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, que el hombre ha recibido malos tratos en la prisión de máxima seguridad en la que permanece, en la cual se le niegan los medicamentos necesarios para atender sus enfermedades.

Denunciaron que ‘hace más de tres años, sin justificación alguna, las autoridades carcelarias lo mantienen segregado, aislado e incomunicado del resto de los internos y le han suprimido toda actividad física, cultural, deportiva y educativa’.

Félix Gallardo fue detenido en abril de 1989 cuando vivía en plena gloria como capo; una orden del presidente Carlos Salinas de Gortari puso fin a su impunidad: fue detenido. Su captura la ejecutó Guillermo González Calderoni, su compadre, el “narcopolicía” del sexenio.

Cuentan que cuando González Calderoni llegó a la casa de Miguel Angel Félix Gallardo, el capo salió a su encuentro:

–¿Qué pasó, compadre…? –preguntó con una sonrisa amable.

–¡Qué compadre ni que madres! -respondió, iracundo, el policía, quien le soltó una bofetada y procedió a detenerlo.

Así terminó la vida impune que, por años, llevó el capo, quien fue uno de los más buscados del mundo.

Félix Gallardo está sentenciado a 40 años de prisión, de los cuales ha compurgado apenas la mitad. Pero una loza legal falta por caer a sus espaldas: el caso Camarena, cuyo expediente sigue abierto e implica tanto a Gallardo como a Don Neto, quien ve cerca la muerte y, por ello, mandó construir su tumba –un fastuoso mausoleo –en Santiago de los Caballeros, Sinaloa, su tierra natal.

Félix Gallardo, es considerado junto con Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto. uno de los fundadores del cártel de Guadalajara, la organización que en la década de 1980 abrió el camino a los grandes grupos del narcotráfico que hoy operan en el país.

Los familiares de Félix Gallardo dijeron que decidieron publicar la carta debido a que el hombre era mantenido ”en condiciones infrahumanas de insalubridad, humanidad, falta de ventilación, pestilencias y oscuridad”, en una sección especial de la prisión.

En la carta, los hijos y la esposa pidieron una reunión con el secretario de Seguridad Pública federal.

Aseguraron que las autoridades penitenciarias también le suspendieron en febrero su derecho a visitas por los siguientes cuatro meses, supuestamente en castigo por tener cigarrillos, a pesar de que los internos pueden comprarlos en la tienda del penal, según la carta.

Félix Gallardo lucha, desesperado, desde hace ya varios años, para que las autoridades federales le autoricen salir de la prisión y someterse a una cirugía ocular para evitar que pierda por completo la vista.

También tiene un agudo padecimiento auditivo y neurológico, de acuerdo con el diagnóstico

La cárcel lo consume. El diagnóstico clínico “otorrrinolarongólogo” establece:
“Miguel Félix Gallardo desde hace algunos años sufre de una infección en ambos oídos, la cual le ha hecho perder la capacidad de escuchar correctamente. En un oído perdió su función al 70% y en otro un 50%. Actualmente utiliza auxiliares auditivos para poder captar sonidos un poco mejor… Lo más grave de este asunto es que la infección podría avanzar hacia áreas vitales de su cabeza si no es controlada y tratada debidamente.

“El 26 de febrero del 2007, por orden de un juez ingresó al penal del Altiplano un reconocido otorrinolaringólogo a practicarle al señor Miguel Félix Gallardo un estudio, del cual podemos resaltar lo siguiente:

“–Otitis media crónica perforada bilateral en fase de exacerbación (padecimiento que sufre en ambos oídos).
“–Vértigo secundario a este problema

“–Hipoacusia neurosensorial bilateral de media a profunda y uso de auditivos auxiliares bilaterales.

“–Su adición ha bajado, sabemos que esta enfermedad puede progresar y como consecuencia de la falla de audición y equilibrio del paciente puede presentar más síntomas, el paciente incluso requiere que lo han castigado por no escuchar las indicaciones que se le dan.

“–En el oído derecho encontramos perforación amplia de membrana timpánica y mango del martillo careado en un 70%, mucosa de la caja del oído izquierdo medio seca y costras serosas en piso.

“–Oído izquierdo con membrana timpánica con perforación subtotal, mango del martillo careado en un 50% y mucosa de caja de moco hialino el cual se aprecia como late…”

Atrás, muy atrás, quedaron los tiempos de gloria. Félix Gallardo es el prototipo del capo que emergió de las estructuras de poder. Fue uno de los hombres más cercanos –en los años sesenta–, del entonces gobernador de Sinaloa, Leopoldo Sánchez Celis.

Bajo el cobijo del poder, escaló alto: fue el alumno más aventajado del capo Pedro Avilés, quien en los años setenta dominaba desde Chihuahua hasta Sinaloa.

Tras la muerte de Avilés (fue ejecutado en un tiroteo), Félix Gallardo llegó a la jefatura del cártel del Pacífico, al lado de Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto y Pablo Acosta Villarreal, entre otros.

Nada común

Las familias de los capos de las drogas rara vez hacen declaraciones públicas.

Pero en el 2004, una inusual protesta de cerca de 100 personas que dijeron ser esposas y familiares de presuntos narcotraficantes exigieron en las afueras del Congreso mexicano mejores condiciones en la prisión de máxima seguridad de El Altiplano, donde Félix Gallardo se encuentra. En esa ocasión, las personas no especificaron quienes eran sus parientes presos.

Los familiares de otro histórico capo, Ernesto Fonseca Carrillo, ofrecieron una rueda de prensa en 2008 para decir que el hombre estaba grave de salud y que podría morir si no les permitían trasladarse a un centro médico especializado.

En la oficina de García Luna oídos sordos, dijeron que no tenían comentarios de inmediato sobre la carta ni las acusaciones.

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