miércoles, 4 de marzo de 2015

RETRATO DE CELESTINA

El nombre que ha pasado a designar una persona que sirve de mediadora, o tercera, entre dos enamorados está tomado de una famosa obra de la literatura española de finales del siglo XV: la Tragicomedia de Calisto y Melibea, de Fernando de Rojas. La obra, publicada por vez primera en en 1499, refleja perfectamente ese tiempo de crisis de valores y de transición entre la Edad Media y el Renacimiento del siglo XVI.
La Celestina de Picasso (1903)
La vieja Celestina, mujer de muchos oficios que encubren los de alcahueta y hechicera, es la encargada de poner en relación a los jóvenes Calisto y Melibea, protagonistas de la obra, y es también quien, a causa de su avaricia, desencadena la tragedia final. Celestina mueve a todos los personajes de la historia y su importancia en ella es tan notoria que pronto la obra perdió su título original y empezó a ser conocida como La Celestina, título con el que ha seguido editándose hasta nuestros días.
Las viejas alcahuetas eran personajes conocidos en la España del siglo XV y eran conocidas incluso antes como personajes literarios, pues ya el Arcipreste de Hita en el Libro de Buen Amor le concedió papel protagonista a una trotaconventos, vieja que se presentaba en cualquier casa sin despertar sospecha vendiendo baratijas y que tenía una portentosa capacidad de embaucar por medio de la palabra. De la misma manera la presentará Fernando de Rojas, llevando y trayendo mercancías menudas y mensajes de amor entre Calisto y Melibea.
Celestina es el personaje más elaborado de la obra. Es maga y hechicera, conoce conjuros y fórmulas mágicas que la configuran como un ser casi demoníaco. De esta manera invocará al diablo y nos hará conocedores de sus intenciones.


Conjúrote, triste Plutón, señor de la profundidad infernal, emperador de la corte dañada, capitán soberbio de los condenados ángeles, señor de los sulfúreos fuegos que los hirvientes volcanes manan, gobernador de los tormentos y atormentadores de las almas pecadoras, administrador de todas las cosas negras de los infiernos, con todas sus lagunas y sombras infernales y litigioso caos. Yo, Celestina, tu más conocida cliente, te conjuro por la virtud y fuerza de estas bermejas letras, por la sangre de aquella nocturna ave con que están escritas, por la gravedad de estos nombres y signos que en este papel se contienen, por el áspero veneno de las víboras de que este aceite fue hecho, con el cual unto este hilado, a que vengas sin tardanza a obedecer mi voluntad y en ello te envuelvas y con ello estés sin irte ni un momento, hasta que Melibea lo compre y con ello de tal manera quede enredada, que cuanto más lo mirare, tanto más su corazón se ablande a conceder mi petición, y se lo abras y lastimes del crudo y fuerte amor de Calisto; tanto que, despedida toda honestidad, se descubra a mí y me premie mis pasos y mensajes; y esto hecho, pide y demanda de mí a tu voluntad. Si no lo haces con rapidez me tendrás por capital enemiga; heriré con luz tus cárceles tristes y oscuras; acusaré cruelmente tus continuas mentiras; apremiaré con mis ásperas palabras tu horrible nombre. Y otra y otra vez te conjuro; y así confiando en mi mucho poder, parto para allá con mi hilado, donde creo te llevo ya envuelto.

Antigua prostituta, en ella se reúnen todos los vicios posibles: es bebedora, mentirosa, traidora, degenerada, avara, egoísta,... Es astuta y posee una enorme capacidad para manejar los pensamientos y los comportamientos de los demás personajes, especialmente por medio del uso malintencionado de la lengua. Segura de sus mañas, le dirá a Sempronio, uno de los criados de Calisto:


Digo que la mujer o ama mucho a aquel de quien es requerida o le tiene grande odio. Así que, si al querer, despiden, no pueden tener las riendas al desamor. Y con esto, que sé cierto, voy más consolada a casa de Melibea que si en la mano la tuviese. Porque sé que, aunque al presente la ruegue, al fin me ha de rogar. Aunque al principio me amenace, al cabo me ha de halagar. Aquí llevo un poco de hilado en esta mi faltriquera, con otros aparejos que conmigo siempre traigo, para tener causa de entrar, donde mucho no soy conocida, la primera vez; así como gorgueras, garvines, franjas, rodeos, tenazuelas, alcohol, albayalde y solimán, agujas y alfileres; que tal hay, que tal quiere, porque donde me tomare la voz, me halle apercibida para les echar cebo o requerir de la primera vista.

Al final Celestina conseguirá la cita entre los enamorados y Calisto le regalará una cadena de oro como premio a sus servicios. Más tarde, los criados de Calisto pedirán a la alcahueta su parte de la recompensa, pero ella se negará a dársela. A pesar de su inteligencia y experiencia, la avaricia provocará su muerte. En esta escena de la versión cinematográfica de la obra realizada por Gerardo Vera en 1996 asistimos a su final.

Tras el final de la alcahueta, irán muriendo uno tras otro todos los protagonistas de la tragicomedia.

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