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El juego de los hoyitos

Carme, Felipe y Pedro eran tres niños muy tranquilos y juguetones; siempre hacían sus tareas y eran obedientes, no sólo con sus padres, sino también con las personas mayores, pero había algo que ocurría en ellos cada vez que estaban juntos, era algo difícil de explicar, era un sorprendente cambio que experimentaban cuándo andaban en grupos. Aquella obediencia que cada uno tenía parecía desaparecer misteriosamente, y aquella tranquilidad que los caracterizaba individualmente, se convertía en una interminable secuencia de travesuras que los había convertido en un trío difícil de controlar.
Los tres niños eran primos, y vivían en una zona montañosa, y por tanto jugaban y se divertían en las afuera de la casa, inventando juegos entre árboles, flores, y montañas. Una tarde Felipe inventó el juego de los hoyitos, el cual consistía en hacer un hoyo en cualquier objeto que alguno de ellos pudiera tocar.
Aquella tarde podía verse por todo el sendero hojas y pétalos de flores agujereadas por el centro, tronco de árboles con hoyos que simulaban picotazos de pájaros carpinteros, y hasta una gran cantidad de hoyitos en la arena, como si familias de conejos hubiesen decidido construir una urbanización de madrigueras.
Contemplando los destrozos causados por tantos hoyos, los tres niños se disponían regresar a casa, cuando de repente comenzaron a sentir un olor extraño, mientras nubes de cenizas se esparcían por el aire. “Corramos”, fue la única palabra que pronunciaron y empujados por su veloz carrera llegaron a casa a contar lo ocurrido.
Sus padres salieron a investigar que pasaba, y al poco tiempo regresaron y llamaron a los tres niños, que sin aún sin reponerse del susto, contestaron al unísono las preguntas que les hicieron.
- Ustedes hicieron todos los hoyos que vimos allá afuera?
- SI
- Y dañaron árboles, hojas y flores?
- TAMBIEN
- Y los hoyitos en la arena?
- SOLO UNOS POCOS
- Es muy malo que anden haciendo este tipo de travesuras, a la naturaleza tenemos que querer y cuidar. Es peligroso actuar de esa forma, lo cual podría atentar contra la vida de todos nosotros...
- Ahora debemos ir a la casa, tenemos que cerrar puertas y ventanas, pues el volcán del pueblo comenzó a lanzar cenizas después de estar dormido durante tantos años.

Y así los tres adultos caminaban con cada niño tomado de la mano, mientras éstos últimos con mirada de arrepentimiento y picardía intentaba recordar quien había sido el que hizo el hoyo a la montaña.
Datos del Cuento
  • Categoría: Infantiles
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