‘Cañitas’: La estafa hecha película o de cómo el terror hace reír con poco presupuesto

Hay cosas que no sabemos por qué ocurren. Eventualidades inexplicables, desafortunadas y que la ciencia no puede comprobar. Una de esas cuestiones extraordinarias es el funcionamiento del Fondo de Inversión y Estímulos al Cine. Y algo aún más inexplicable es: Cómo es que este fondo, que destina los impuestos de los mexicanos a filmes, terminó fondeando una película como Cañitas. Presencia.

“Hay muchas sorpresas porque cambié toda la historia, o sea que dentro de lo mismo no quería que fuera la misma secuencia del libro, así es que hice ahí un juego para jugar un poquito más con el cine”, declaró su director, Carlos Trejo, en esa primavera del 2007, año en el que la cita se estrenó.

¿Cuáles son esos cambios? ¿Tendría la película el mismo éxito que el libro?

Una fuerza, una presencia inexplicable se apodera de los más débiles, el diablo ha anunciado su arribo a la casa Trejo. Norma sabía que algo malo sucedía en esa casa, se lo advirtió a su hermano Carlos y a su esposa Sofía, quienes dudaban de la existencia de fantasmas y entes. Otro ser, no humano, está viviendo en su casa y al parecer quiere alejar a la familia Trejo.

Con este argumento y unos cuantos cambios del libro, Cañitas. Presencia decepcionó a la audiencia, a fans de la obra impresa y a curiosos que buscaban que la película les provocara más un susto que una carcajada.

El filme, protagonizado por Mariana Ávila, Armando Hernández, Francesca Guillén, Juan Pablo Medina, producida por el propio Trejo y José Antonio Ríos Granados, buscaba tener una segunda entrega. Sin embargo, como la primera no tuvo el éxito que se esperaba, se fue olvidando hasta que se convirtió en rumor.

No hace falta explicar los hechos extraordinarios en esta horrorosa película; el simple slogan lo indica: “Esta no es una película de terror, es una película real”. Y efectivamente, así como el libro de Carlos Trejo, que para algunos es terriblemente poco creíble, Cañitas. Presencia no sólo hace llorar de risa al más miedoso, también nos recuerda a las películas caseras o, si se prefiere, a un pésimo video en YouTube.

Con una cámara que no deja de moverse, unos espantosos efectos especiales que ganaron el Ariel, algunas pésimas actuaciones y la trama, la película que, según Trejo, rescataría el cine de terror que “ya tenía 30 años de estar perdido”, nos remite a un video home de los 80, donde no se ve dirección profesional.

El director, Julio César Estrada, pinta un escenario que lejos de ser lúgubre, es lamentable y mediocre, sin mencionar la calidad en producción y la casi nula dirección actoral, donde la única que resalta es Francesca Guillén, que por alguna razón interpreta a chicas medio locas en varias de sus películas.

Lo peor de este filme es el nivel cinematográfico que presenta en el 2007. La originalidad y calidad no tienen que estar de la mano con el presupuesto, proporcionado por el Fidecine, el cual es un fideicomiso de apoyo a la producción, postproducción, distribución y exhibición de largometrajes (de 75 minutos o más) de ficción y/o animación que otorga apoyos vía capital de riesgo y créditos. Ese año, películas como La otra otra luna, La Leyenda de la Nahuala, Propiedad ajena o El brassier de Emma, también fueron acreedoras del crédito y no son parte de las peores películas mexicanas de la historia.

Por ejemplo, La misma Luna (2007, Kate del Castillo y Eugenio Derbez) recaudó cerca de 101 millones de pesos en taquilla y fue apoyada por el Fidecine con 7 mdp y según datos de Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), el porcentaje de retorno de inversión fue de 155.40%, un éxito.

Entonces, si no es cuestión de presupuesto ¿qué pasa?

Obviamente, la película es horrorosa, no hay originalidad ni calidad, A pesar de que la historia es simple, la trama deja mucho qué desear, no alcanza los momentos de tensión y suspenso que el libro provoca, eso sin mencionar la producción, el manejo de cámara, los efectos especiales o la actuación.

Sin embargo, es más horroroso que el Fidecine siga ofreciendo créditos a películas de este tipo, cuando una de sus principales consideraciones es:  “La cinematografía es una actividad cultural y educativa estratégica para el desarrollo del país y, a la vez, es industria que produce una importante derrama económica y una significativa fuente generadora de empleos directos e indirectos; al mismo tiempo es un medio de comunicación que refleja la identidad e idiosincrasia de los pueblos”.

Por Sofía Huerta (@Sophia_Huerta)

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