Ecología y hábitat  de los hongos.
 Hongos parásitos.
  (José Cuesta Cuesta)
Fomitopsis pinicola
Fomitopsis pinicola, Aphyllophoral parásito. (A. García Tabernero)
Armillaria mellea
Armillaria mellea, parásito facultativo. (Fernando Rey)
Fistulina hepatica
Fistulina hepatica, parásito. (Jorge Jiménez)

Los hongos parásitos, son los que se desarrollan y llevan a cabo su existencia sobre tejidos vivos, sea cual sea su origen. Dentro de estos, los que son capaces de crecer y desarrollarse sobre materia orgánica muerta, ya sea de forma natural, o en cultivos artificiales reciben el nombre de parásitos facultativos, lo que implica que este tipo de hongos desde el punto de vista nutritivo es saprófito, aunque ecológicamente se comporten como parásitos.
 
En cambio los hongos que no son capaces de desarrollarse en medios artificiales reciben el nombre de parásitos obligados. Entre estos dos extremos existen numerosos casos intermedios: así por ejemplo, entre los parásitos facultativos, los hay desde aquellos que son capaces de reproducirse, desarrollándose sobre substratos inertes, hasta aquellos que no son capaces de reproducirse o se reproducen con mucha dificultad sobre los mismos aunque si sean capaces de subsistir desde el punto de vista nutritivo. De la misma manera, entre los parásitos obligados, los hay que son capaces de desarrollarse anormalmente sobre cultivos artificiales, otros solo consiguen germinar, y por último algunos ni siquiera germinan.
 
Desde el punto de vista de su relación nutritiva con el hospedante, los hongos parásitos pueden ser parásitos biotróficos los que obtienen su sustento directamente de las células vivas y parásitos necrotróficos los que primero destruyen la célula parasitada y luego absorben sus nutrientes.
 
Los hongos parásitos, a menudo causan daño sobre el hospedante en el que se desarrollan, recibiendo entonces el nombre de patógenos, en algunos casos por su virulencia llegan a terminar con la vida del hospedante y con la suya propia si se trata de un parásito obligado.
 
Entre los hongos, en general, existen numerosos casos de parasitismo: se puede decir que todas las plantas pueden ser víctimas de hongos microscópicos, (grafiosis, tinta del castaño, diferentes tipos de chancros, etc.), en el ámbito forestal, y lo mismo se puede decir para los animales (mamíferos, reptiles, peces, insectos, etc.) que pueden ser atacados por numerosas especies de hongos que se desarrollan sobre ellos como parásitos obligados. Sin embargo, entre los macromicetos, que es el caso que nos ocupa, es poco frecuente el fenómeno del parasitismo, y cuando se produce lo hace casi exclusivamente en el mundo vegetal. A modo de excepción, se pueden mencionar algunas especies del género Cordyceps, que parasitan a diversas especies de larvas de lepidópteros entre las que podemos citar a la procesionaria del pino.
 
La mayoría de los macromicetos patógenos, que atacan o pueden atacar y destruir los tejidos vivos de las plantas, pertenecen al orden de los Aphyllophorales, y más concretamente, a las familias Ganodermataceae, Steraceae, y Polyporaceae. Como hemos dicho con anterioridad es difícil separar biológica y ecológicamente a muchas de estas especies, ya que en ciertas condiciones críticas, o cuando han causado la muerte de su hospedante, siguen viviendo comportándose como saprófitos.
 
Algunos atacan a las raíces y al tronco de los árboles a partir de una base saprofítica en el suelo, lo que quiere decir que la infección se produce a través del micelio, después, causan progresivamente la muerte del hospedante, y a continuación siguen viviendo como saprófitos.
 
Otros penetran en el interior del tronco o en las ramas por las heridas, a través de las esporas. Entre los Aphyllophorales podríamos destacar como parásitos a Laetiporus sulphureus, Polyporus umbellatus, Chondrostereum purpureum, Phellinus pini, Fomitopsis pinicola, Ganoderma applanatum, Ganoderma adpersum, Ganoderma pfeifferi, Phaeolus schweinitzii, Piptoporus betulinus, Meripilus giganteus, Stereum sanguinolentum, Stereum hirsutum, Fistulina hepatica, etc., (aunque hay que tener en cuenta que muchas de estas especies, como veremos posteriormente al hablar de los hongos saprófitos, pueden comportarse, nutritiva y ecológicamente de forma saprófita; incluso en algunas de ellas, es la forma normal de nutrirse y desarrollarse).
 
Existen pocos parásitos pertenecientes al orden Agaricales, (carpóforos con laminas, y de consistencia fibrosa), entre los que cabe destacar al grupo de Armillaria mellea. Recientemente, al realizar pruebas de interfertilidad, se ha descubierto que donde antes sólo se consideraba una especie, la citada Armillaria mellea, hay en realidad cinco taxones diferentes, (sólo en Europa), con comportamientos biológicos distintos. De estas cinco especies, solo dos de ellas, Armillaria mellea y Armillaria obscura producen daños importantes como parásitas, mientras que Armillaria bulbosa puede comportarse a veces como parásito débil en los bosques de frondosas. Al igual que varias especies del orden Aphyllophorales, la Armillaria mellea es un parásito facultativo, que es capaz de subsistir de modo saprófito cuando acaba con su hospedante, desarrollando entonces sus carpóforos, (cuerpos fructíferos, setas), de forma prolífica, para generar nuevos individuos de forma sexual, y asegurar así su supervivencia como especie.
 
Otro agarical que puede llegar a parasitar débilmente las raíces de los robles es Collybia fusipes, aunque normalmente se comporta de forma saprófita.
 
Como curiosidad vamos a resaltar la existencia de hongos que solo son capaces de completar su desarrollo parasitando a los cuerpos fructíferos de otros hongos. En concreto Xerocomus parasiticus solo fructifica sobre carpóforos del género Scleroderma, y las distintas especies del género Asterophora, solo desarrollan su ciclo vital sobre diversos taxones del género Russula.
 
Los hongos parásitos, en condiciones de estabilidad biológica y ecológica, contribuyen a la mejora genética de la población sobre la que vegetan, seleccionando y eliminando a los individuos más débiles. Solo cuando falta el equilibrio necesario, los hongos pueden llegar a convertirse en peligrosos para el ecosistema, como pudimos comprobar con la seca de las quercineas de la mitad meridional de la península a causa de la sequía prolongada que sufrieron a principios de esta década, y al posterior ataque de varias especies de hongos microscópicos.
 
Siguiente capítulo, los hongos saprófitos.

José Cuesta Cuesta  

 
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