Del-Fin de Semana

Del-Fin de Semana
Por aemeraz

¡Saludos!
Después de haberme ausentado durante varios días (del blog, de Twitter, del Messenger… de la vida virtual), estoy de vuelta y con la batería recargada.
Les cuento rápidamente: gracias a Dios tuvimos la oportunidad de viajar en estas vacaciones; Nuestra primera escala fue en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, que nos recibió como es su costumbre: con gente cálida y amable, que sabe tratar al viajero de una forma excepcional. Después de andar por ahí durante varias horas, el sábado 3 de abril decidimos quedarnos ahí, en la ciudad del mariachi, antes de continuar nuestro viaje al lugar que, desde que salimos de Durango, era nuestro destino.
El domingo, con los ánimos a flor de piel por llegar a la playa (a ver el clásico Chivas Vs. América), partimos con destino a la maravillosa ciudad de Puerto Vallarta, Jalisco. Claro, no nos hospedamos ahí, sino que estuvimos en un hotel en Nuevo Vallarta, Nayarit (raro, ¿no?).
Fueron días geniales, de descanso, de comida incluida y de barra libre. Por supuesto que cada viaje es una nueva aventura y la oportunidad de conocer lugares, costumbres, personas… y este no fue la excepción.
Mientras que un hombre, huésped del hotel como cualquiera de nosotros se decidió a poner su bocina y comenzó a cantar con pistas musicales para quien quisiera escucharlo, nosotros decidimos salir a conocer el pequeño “pueblo” de Nuevo Vallarta. Por ahí nos encontramos un lugar llamado Vallarta Adventure o algo así, donde, para emoción nuestra, se podía nadar con delfines.
¡Así es! ¡Nadar con delfines!
Como en el caso de “La Caja de Bombones”, no iba a perder la oportunidad de realizar un sueño más… un sueño de verdad, de esos que uno tiene por la noche… y, el día martes, nos encontramos con Dúe, el delfín que nos ayudaría a cumplir lo que alguna vez pareció imposible.
Jamás podré describir la sensación de acariciar un delfín, de darle comida, de abrazarlo y bailar con él; mucho menos podré plasmar qué se siente recibir un beso de estos animales tan inteligentes. Sin embargo, más allá de todo eso, está la experiencia de tomarse de sus aletas y dejarse llevar… sentir la “libertad” que este ser proyecta, la alegría de su canto, la potencia de sus saltos… simplemente, estar junto a ellos es increíble, indescriptible, inmejorable.
Ha sido, junto con el rapel, una de las experiencias más geniales que he vivido en este casi-cuarto-de-siglo.
Sé que vendrá mucho más, pero jamás olvidaré la inteligencia de aquel ser que, al notar que yo no me acercaba (no estaba seguro dónde estaba Dúe) tomó la iniciativa y rozó mis manos alegremente, para que yo pudiera notar su presencia. Muchas personas se alejan de los que tenemos una discapacidad, simplemente por miedo o porque no saben “cómo tratarnos”; los delfines, aunque lo notan, se inclinan más hacia lo verdaderamente valioso: las ganas que tienes de conocerlos y que formen parte de tu vida.


Así pues, vengo con pilas nuevas; con diferentes proyectos y metas que este viaje probocó en mí.
Fue un vuelo que me dio la oportunidad de conocer horizontes distintos. Paisajes sin miedo, amaneceres sonrientes, atardeceres repletos de sueños, Soles y Lunas que disuelven, con una caricia, las sombras del pasado.
La vida es un viaje lleno de sorpresas; ¡Vívelas al máximo!

¡Sigue Leyendo!