Ir al contenido principal

Oración del guerrero.


En la batalla de mi vida:

Lucharé para obtener mi paz.
Pelearé por conquistar mi amor.
Si herí injustamente, haré que me perdonen.
Si alguien que quiero se aleja: lo volveré a acercar a mí.
Si he perdido la fe. la buscaré y la encontraré.
Trabajaré para ir conociendo la Verdad.
Me ganaré día a día la esperanza.
Y si quiero alegría, la pelearé sin tregua en la batalla.
No dejaré que nada, ni nadie, pueda oscurecer mi luz.



Pido al poder:

Que me sostenga en mis caídas amargas.
Que me ayude a comprender la verdad en mi vida.
Que me ayude a encontrar a los seres que amo.

Porque no espero que me den, sino ganármelo.
Y si es necesario, aprenderé a pedir perdón.
Y si es justo, sabré morir por aquello que quiero.



Si lees con atención las dos Oraciones, te darás cuenta de que cada una de las frases, en cada poesía, corresponde a la misma frase en la otra. Sólo que en la primera la está diciendo un Ser Acusador, que no llega a entender que lo que le pasa tiene su origen en sí mismo y por lo tanto no encuentra la manera de cambiar nada en su vida amarga.
En la segunda, en cambio, habla un ser que empieza a tomar las riendas de la vida en sus manos. Un guerrero, como dicen los maestros americanos. Un guerrero de su propia vida. Y el cambio no está nada mal, porque de la acusación se sale empezando a ver qué es lo que uno, concretamente,puede cambiar en su propia vida. Y allí se empieza a llevar agradables sorpresas. Porque, como lo dice el dicho...
¡ La vida es estupenda siempre que tengas las riendas !





Amalia Estevez.

Imágen: Scott Black.



Comentarios

  1. Preciosa entrada, para releer en más de una ocasión.
    Es grato saber que tenemos las riendas de nuestra vida, pero lo mismo te digo que el otro día...a veces es complicado.

    Un beso grande

    ResponderEliminar
  2. Quien dijo que crecer es fácil, por algo se le llama guerrero al que tiene las riendas de su vida.

    Un abrazo!!!!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

A todo caminante que la vida trajo por aqui, le agradezco que deje su huella. Un abrazo!!!

Entradas populares de este blog

Ayúdame a mirar...

“Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad del mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando al fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió al padre: "¡Ayúdame a mirar!" ( Eduardo Galeano.) La petición del niño ante la sorpresa azul del inmenso mar es la más bella expresión de lo que hombres y mujeres podemos hacer unos por otros en la búsqueda permanente que marca nuestra existencia. ¡Ayúdame a mirar! Tú no puedes mirar por mí, no puedes obligarme a mirar, no puedes hacer que yo vea lo que tú ves, no puedes forzarme, no puedes prestarme tus ojos, tus ideas, tu experiencia. Pero puedes ayudarme. Ya me has ayudado con llevarme al sur, con atravesar la arena conmigo, con pone

Dicen que antes de entrar en el mar...

“Dicen que antes de entrar en el mar, EL RIO tiembla de miedo... mira para atrás, para todo el día recorrido, para las cumbres y las montañas, para el largo y sinuoso camino que atravesó entre selvas y pueblos, y vé hacia adelante un océano tan extenso, que entrar en él es nada más que desaparecer para siempre. Pero no existe otra manera. El río no puede volver. Nadie puede volver. Volver es imposible en la existencia. El río precisa arriesgarse y entrar al océano. Solamente al entrar en él, el miedo desaparecerá, porque apenas en ese momento, sabrá que no se trata de desaparecer en él, sino volverse océano.” Khalil Gilbran.

Decir lo que se siente...

Decir lo que se siente exactamente como se siente. Claramente, si es claro, oscuramente si es oscuro; confusamente si es confuso. Fernando Pessoa.